Tal día como hoy del año 1934, hace 85 años, en el contexto de las semanas inmediatamente posteriores a los Hechos del Seis de Octubre (la proclamación del Estado Catalán dentro de la República federal española), el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra publicaba: “Se declara bajas definitivas en el Ejército al comandante don Enrique Pérez Farras y a los capitanes don Federico Escofet y don Francisco López Gatell”. En el momento que se publicó aquella disposición, Pérez Farràs, Escofet y López Gatell ―los máximos mandos de los Mossos d'Esquadra―, que durante los Hechos del Seis de Octubre habían defendido el Palau de la Generalitat, estaban encarcelados en las mazmorras del castillo de Montjuïc, acusados de rebelión militar.

Cuando sucedieron aquellos hechos, Enric Pérez Farràs (Lleida, 1884 – México, 1949), comandante del ejército español en la reserva y jefe de los Mossos d'Esquadra, se haría célebre por la conversación que, previamente al bombardeo del Palau de la Generalitat, mantuvo con el comandante José Fernández Unzué, que lideraba la operación militar de asalto. Según la prensa de la época (La Vanguardia, edición del 09/10/1934), Unzué entró con una batería de artillería en la plaza Sant Jaume clamando: "¡Viva la República española!", y cuando Farràs lo inquirió con un "¿A dónde vais?, le respondió: “A tomar la plaza y a apoderarnos de la Generalidad”. Acto seguido se produciría el bombardeo, y horas después el ejército español asaltaría el Palau a punta de bayoneta.

Reveladoramente, veinte meses después, el comandante Pérez Farràs (que, con el capitán Frederic Escofet, habían sido condenados a muerte, indultados, restituidos al ejército y rehabilitados en el cargo) tuvo un protagonismo destacadísimo en la neutralización del intento de golpe de estado del 19 de julio de 1936, que derivaría en la Guerra Civil española. Y en cambio Fernández Unzué sería detenido ―ese mismo día― por las fuerzas leales a la Generalitat y a la República, acusado de participar en aquel intento de golpe de estado. Según algunas fuentes, Fernández Unzué, durante aquella jornada del 19 de julio, habría protagonizado escenas esperpénticas en la Rambla: pistola en mano, enfrentándose, amenazando y maltratando a los transeúntes.