Tal día como hoy del año 1808, hace 214 años, en el collado del Bruc, se producía un enfrentamiento entre las milicias rebeldes antibonapartistas formadas, principalmente, por los Somatenes de Tàrrega y de Manresa; y el ejército del Primer Imperio francés. Algunas fuentes mencionan, también, la participación de una unidad del ejército español junto a los somatenes catalanes. Cuando se produjo aquel choque, ya hacía un mes justo (6 de mayo de 1808) que los reyes Carlos IV y Fernando VII habían vendido la corona española al emperador Napoleón, que conservaría la independencia del reino español a través de la figura del rey José I Bonaparte (1808-1814). José I sería nombrado rey el 6 de mayo de 1808 y legítimamente coronado en Madrid el 8 de julio de 1808.

Por lo tanto, contrariamente a lo que tradicionalmente ha defendido la historiografía nacionalista española, los somatenes catalanes y el ejército español perpetraron un acto de rebeldía y de sedición contra el legítimo régimen del rey José I. Aquel combate, que sería denominado Primera Batalla del Bruc, provocó el nacimiento de la leyenda del Tamborilero del Bruc que según la tradición oral fue un niño de Santpedor que, con el toque de su timbal amplificado por la resonancia de las montañas de Montserrat, hizo pensar a los soldados bonapartistas que los sediciosos habían reunido un gran ejército. También, según la tradición oral, este hecho decidiría el resultado de aquella batalla, que se saldaría con la retirada de las tropas que comandaba el general Schwarz.

Pero la realidad es muy diferente. Isidre Lluçà i Casanovas (a quien la historiografía nacionalista española atribuye la condición de Tamborilero del Bruc); había nacido el año 1791. Por lo tanto, cuando se produjo aquel combate no era el niño del cual habla la tradición oral, sino que, en aquel contexto sociológico y cronológico, era un fadrí (un hombre joven en edad de casarse) que tenía dieciocho años. Tampoco es cierto que el toque del timbal decidiera el resultado de aquella batalla. Según la investigación historiográfica moderna, la existencia del Tamborilero no es nada clara; pero, en cambio, lo que sí que está claro y es seguro es que los rebeldes consiguieron imponerse gracias al factor sorpresa y al gran conocimiento que tenían de la orografía.