Tal día como hoy del año 1717, hace 304 años, en Viena, nacía María Teresa Habsburgo-Brunswick, segunda hija y primogénita superviviente de Carlos de Habsburgo —nombrado conde independiente de Barcelona por las Cortes catalanas en 1705 y candidato al trono de las Españas durante la Guerra de Sucesión hispánica— y de María Isabel de Brunswick. En 1740, a la muerte de Carlos de Habsburgo, María Teresa heredó el edificio político austríaco formado por el archiducado independiente de Austria, los reinos de Hungría, Croacia y Eslavonia, y las señorías de los Países Bajos católicos y de Milán. En 1743 sumó el reino de Bohemia. María Teresa de Austria fue la soberana que elevó el conglomerado austríaco a la categoría de potencia militar y económica de primer nivel europeo.

María Teresa heredó un edificio político arruinado y descohesionado. Pero su acertada gestión (no exenta de cierta controversia) relanzó y prestigió el imperio austríaco. Con la aplicación de políticas inéditas, incluso de forma autoritaria (imposición de tributos a la nobleza y a la Iglesia, vacunación masiva de la población contra la tuberculosis, medidas de atención especial a la infancia, políticas de tolerancia a las comunidades judía y protestante), transportó el edificio político austríaco a la modernidad, en clarísimo contraste con las políticas erráticas, represivas y retrógradas que, durante la misma época, implementaban los Borbones en el reino de España. Durante su reinado (1740-1780), el imperio austríaco vivió su "siglo de oro".

María Teresa de Austria siempre reconoció la vinculación pasada de sus padres con Catalunya y al llegar al trono (1740) —a pesar del estado más que precario de las arcas públicas— renovó las partidas presupuestarias destinadas a auxiliar el exilio catalán de 1714. Confirmó en la cadena de mandos a todos los oficiales catalanes del ejército austríaco (como Pere Joan Barceló Carrasclet). También las pensiones de los exfuncionarios catalanes de la cancillería vienesa (como Ramon de Vilana-Perles). Y entre otras cosas acogió y resituó en Viena y en Budapest los supervivientes catalanes de la experiencia colonial fallida de Nueva Barcelona de los Balcanes (1735-1740), aunque, en este caso, no pudo sostenerlos económicamente más allá de un espacio corto de tiempo.