Tal día como hoy del año 1962, hace 60 años, en Illa (Rosselló, Catalunya Nord), moría Josep Sebastià Pons i Trainier, que en el transcurso de su vida había cultivado los géneros de la narrativa, de la poesía y del teatro, y se había convertido en una de las figuras más destacadas de la literatura catalana del siglo XX. Dentro de su obra, destacarían las recopilaciones de poesía  Dia dels Reis, ganadora de los Jocs Florals (1919), y el Llibre de les set sivelles (1956); la obra de teatro El Misteri de Sant Miquel de Cuixà (1956) y el ensayo La littèrature catalane Rousillon au XVIIe et au XVIIIe siècles (1929), este último escrito en francés, que fue la tesis que lo doctoró en la Universidad de Tolosa de Languedoc.

Josep Sebastià Pons había nacido en Illa (Rosselló, Catalunya Nord) el año 1886, en una familia de propietarios rurales acomodados que ya habían abandonado el catalán como lengua familiar. Sería la criada de la casa (la persona que lo educó durante los primeros años de su vida) quien lo introduciría en la lengua catalana. Cuando fue mayor y se inició en el mundo de la literatura, empezó a escribir en francés, sin embargo, enseguida, se manifestó un "enamorado de su tierra y de su lengua" y de los "recuerdos de infancia" y, a pesar del dramático proceso de retroceso que sufrió la lengua catalana en la Catalunya Nord durante las décadas centrales del siglo XX, pasó a escribir, casi exclusivamente, en catalán, como una manifestación de fidelidad y de resistencia.

Su primera obra en catalán fue Roses i xiprers, publicada en 1911, cuando tenía veinticinco años. En aquel primer libro de poemas ya aparecieron muchos de los temas que serán constantes en su obra: el apego a la tierra y a sus hombres, el paso del tiempo, los ciclos de las estaciones, las fiestas tradicionales, el olvido y el recuerdo, el contentamiento retirado, o la fidelidad de su amor. Profesionalmente, dedicó toda su vida a la enseñanza de la literatura, en varios institutos y universidades francesas alejadas de la Catalunya Nord (en el centro de Francia, en Tolosa de Languedoc y en Montpellier), que reforzó un sentimiento de nostalgia que también sería una constante en su obra. Fue miembro del Institut d’Estudis Catalans desde 1931.