Tal día como hoy del año 1781, hace 241 años, se libraba la batalla de Cowpens, en el extremo noroccidental de la, entonces, colonia británica de Carolina, y actualmente estado de Carolina del Sur (Estados Unidos), que enfrentó al ejército independentista norteamericano con el ejército colonial británico. Aquel enfrentamiento tuvo una importancia decisiva en el desarrollo del conflicto: después de una serie de derrotas independentistas, fue la primera victoria revolucionaria desde la batalla de Saratoga (septiembre-octubre, 1777); y cambió radicalmente la psicología de los norteamericanos, a los que, a partir de Cowpens, siempre les acompañaría una robusta moral de victoria.

Aquella batalla no se decidió hasta el último momento. En uno de los diversos tomas y dacas entre los dos ejércitos, George Washington —que ocho años más tarde (1789) se convertiría en el primer presidente de los Estados Unidos— quedó rodeado por un grupo de soldados británicos. Según las crónicas que describen aquella batalla, Washington estuvo a punto de caer muerto; pero, en aquel momento, surgió la figura del capitán Ferragut, que en una ostentación de valentía y destreza conseguiría echar a los británicos, que amenazaban la vida del futuro presidente. Años más tarde, Washington se lo reconocería cediéndole una propiedad del fisco público en el territorio de Tennessee.

Jordi Ferragut Mesquida (Ciutadella de Menorca, 1755 – Pascagoula, Mississippi, 1817), era un piloto de la marina mercante, exalumno de la primera promoción de la Escola Nàutica de la Casa de la Llotja (1769-1772), que entró en contacto con los independentistas norteamericanos mientras la nave que pilotaba los proveía de armamento de contrabando. Ferragut se convertiría en una de las más destacadas personalidades de la etapa fundacional norteamericana, y en el fundador de una estirpe de destacados marinos: su hijo George Ferragut sería el primer almirante de la historia naval de los Estados Unidos, y un héroe de la Unión en la Guerra de Secesión (1861-1865).