Tal día como hoy del año 1917, hace 100 años, nacía en Barcelona Heribert Barrera i Costa, que sería una de las personalidades más destacadas en la política y en la cultura catalanas del siglo XX tanto en la clandestinidad y en la persecución durante la dictadura franquista, como en el proceso de reconstrucción y recuperación en el inicio de la democracia contemporánea. Heribert Barrera era hijo de Martí Barrera i Maresma que, durante la etapa republicana, había sido secretario general de Esquerra Republicana, diputado en el Parlament de Catalunya, conseller de Obres Públiques de la Generalitat y, posteriormente en el exilio, conseller asesor en Presidència de la Generalitat.

Las carreras política y académica de Heribert Barrera se iniciaron de forma simultánea durante la etapa republicana. Se licenciaría en Ciencias Químicas en Barcelona e ingresaría en la Federación Nacional de Estudiantes de Catalunya, vinculada a Esquerra Republicana. La Guerra Civil del 36 no representó un truncamiento de su carrera y de su compromiso. Aunque se tuvo que exiliar, después de haber combatido en el frente del Ebro, cursaría Matemáticas y Química en Montpellier y se doctoraría en Física en París. Durante aquellos años de exilio, dedicado también a la docencia, adquiriría un corpus de conocimiento que lo convertiría en una figura intelectual de primer orden.

El año 1952 retornaba del exilio y se entregaba a la tarea de recuperación y reorganización de la cultura catalana. Sería responsable del área de física de la Gran Enciclopèdia Catalana; y sería presidente de la sección de Ciencias del Institut d'Estudis Catalans. Y mientras tanto, mantenía su condición de miembro de la Société Française de Chimie y de la American Chemical Society, y reorganizaba en la clandestinidad Esquerra Republicana de Catalunya. El año 1970, ocuparía la cátedra de Química Inorgánica en la Universitat Autònoma de Barcelona y sería miembro del consejo consultivo de Òmnium Cultural y presidente del Club de Amigos de la Unesco y del Ateneu Barcelonès.

El año 1977 resultaría elegido diputado a las Cortes españolas y al mismo tiempo sería un miembro destacado del Consell Català del Moviment Europeu. Hasta 1980 que obtendría su primera acta como diputado en el Parlament de Catalunya, que sería el resorte que lo impulsaría a la presidencia de la cámara. Hombre con un fuerte compromiso con la independencia de Catalunya, su elección como primer presidente del Parlament restaurado, al margen de su incuestionable capacidad intelectual y altura política, representaba –en su persona– el nexo que simbolizaba la unión de las dos etapas contemporáneas de autogobierno: la legitimidad republicana y la nueva etapa democrática.