Tal día como hoy del año 1931, hace 87 años, la prensa de la época destacaba la noticia de que en la sesión del Consell de Govern de la Generalitat del día anterior, el president Francesc Macià, a propuesta del conseller de Economia i Finances Casimir Giralt, autorizaba la creación de una ponencia que estudiaría la creación de un banco público catalán. La creación de un instrumento financiero propio era una vieja aspiración del catalanismo político que tenía su origen en las Bases de Manresa (1892), y que el president Prat de la Riba, en tiempo de la Mancomunitat de Catalunya (1914-1923), había sopesado seriamente. El president Macià nombró al conseller Giralt jefe de la comisión, y lo facultó para contratar a los asesores privados necesarios para llevar a cabo el estudio.

La iniciativa del conseller Giralt respondía también a la necesidad de llenar el vacío provocado por la bancarrota del Banc de Catalunya (7 de julio de 1931), una institución privada creada y dirigida por los banqueros reusenses Evarist Fàbregas i Francesc y Eduard Recasens. El Banc de Catalunya (1920-1931), un conglomerado bancario que agrupaba los bancos de Barcelona, de Reus, de Tortosa y de Tarragona, y que cubría buena parte del espacio financiero catalán, se hundió cuando Indalecio Prieto, ministro de Economía del primer gobierno de la II República española, ordenó cambiar de banco todos los fondos de las empresas públicas monopolistas de petróleos que la entidad catalana gestionaba en exclusiva desde la etapa política del régimen dictatorial de Primo de Rivera (1923-1930).

Aquella iniciativa no prosperaría, en buena parte a causa de la oposición frontal al proyecto de los diversos gobiernos centrales que se sucedieron durante la etapa política republicana. No obstante, una vez estalló la Guerra Civil española (1936), el president Lluís Companys ordenaría que todas las oficinas del Banco de España situadas en Catalunya pasaran a ser gestionadas por la Generalitat.