Tal día como hoy del año 1713, hace 307 años, en el contexto de la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715), Felipe V —el primer Borbón hispánico— promulgaba la ley sálica, con el propósito de impedir el acceso al trono a las mujeres. Aquella ley fue promulgada durante las negociaciones de Utrecht, que conducirían a la retirada de las potencias de la alianza internacional austriacista a cambio de importantes concesiones territoriales y económicas. Cuando se promulgó aquella ley, Carlos de Habsburgo, el candidato de los países de la corona catalano-aragonesa en el trono de las Españas, ya hacía casi dos años que había sido coronado archiduque independiente de Austria a causa de la muerte prematura e inesperada de su hermano mayor José I.

Y este fue el principal motivo que impulsó el régimen borbónico hispánico a promulgar esta ley. Carlos había accedido al trono de Viena, por la ausencia de hijos varones de José (en Austria también imperaba esta ley). Pero las hijas de José I —María Josefa (Viena, 1699) y María Amalia (Viena, 1701)— no habían quedado del todo desposeídas, tal como lo evidencia la política matrimonial de la cancillería de Viena, que las acabaría convirtiendo en reinas de otros dominios. Felipe V y Luis XIV temían que Catalunya (el único país de la corona catalano-aragonesa que, entonces, todavía no habían ocupado) proclamara condesa de Barcelona a María Josefa o a María Amalia en sustitución de Carlas, y acabara provocando una reactivación del conflicto.

En aquel momento, el ministro plenipotenciario de Carlos VI de Austria era el catalán Ramon de Vilana-Perles, con lo cual, los Borbones veían a las dos princesas de Viena como una amenaza. Posteriormente, María Josefa sería reina consorte de Polonia, y María Amalia sería duquesa consorte de Baviera; y nunca tendrían ninguna relación con Catalunya. Pero la ley sálica, que alejó esta posibilidad, se acabaría convirtiendo en un problema mayúsculo para los Borbones hispánicos y con unas consecuencias devastadoras para el conjunto de las Españas. En 1833, Fernando VII derogaba la ley sálica para facilitar el camino al trono de su hija primogénita Isabel, y poco después estallaba la I Guerra Carlista (1833-1840), uno de los conflictos más mortíferos de la historia de España.