Tal día como hoy del año 1640, hace 380 años, y en el contexto de la festividad del Corpus de Sangre -que marcaría el inicio de la Revolución de los Segadores (1640-1652)- moría asesinato en extrañas circunstancias Dalmau de Queralt, conde de Santa Coloma y virrey hispánico en Catalunya. Según el Dietari de la Generalitat, el cuerpo sin vida del virrey apareció abandonado y con evidentes signos de violencia sobre la arena de la playa de Montjuïc (en la actual Zona Franca) la noche del 7 de junio, unas seis horas más tarde que hubiera abandonado precipitadamente la ciudad.

Según el mismo Dietari, el día siguiente, 8 de junio, el presidente Pau Claris ordenó una investigación, y declararon los consellers que lo habían ayudado a escapar. Según aquella declaración, los consellers lo condujeron desde el Palau del Virrei hasta Drassanes, y desde allí -y a través de los tejados- saltaron la muralla de Santa Madrona (el actual Paral·lel) hasta la playa de Montjuïc, donde lo tenía que recoger una barquita de la Galera Real, y evacuarlo en Castilla. Los consejeros|consellers declararon que lo custodiaron hasta que la Galera Real, anclada delante de la playa, botó la barquita.

A partir de aquel momento, el asesinato de Queralt se convertiría en un misterio. Según la declaración de los consellers, le ofrecieron protegerlo hasta que la barquita llegara a la playa, pero el virrey lo desestimó, y los conminó a retornar a la ciudad y tratar de apaciguar la revuelta. Los consellers declararon, también, que acto seguido retornaron a la ciudad y el virrey quedó solo en la playa mientras se acercaba la barquita de la Galera Real. Lo que pasó en el intervalo de tiempo entre que los consellers pierden de vista al virrey y la barquita llega a la playa sigue siendo, actualmente, un misterio.

La historiografía romántica catalana (del siglo XIX) siempre afirmó que el virrey habría sido asesinado por unos segadores sublevados que lo apremiaron en la playa y lo tiraron por un acantilado. Pero la investigación moderna revela que la monarquía hispánica -que ya había maniobrado para convertir la crisis catalana en un casus belli- acabaría declarando formalmente la guerra a Catalunya el 1 de septiembre de 1640; y que la quinta causa (de un decálogo que llamaron "Las cargas que su magestad -Felip IV- haze en Cataluña") para justificar el conflicto, sería "Haber dado muerte al virrey".