Tal día como hoy del año 1939, hace 81 años, en el contexto de los meses inmediatamente posteriores a la ocupación franquista de Catalunya, la policía detenía en Barcelona a Benito Corominas Solano, acusado de detenciones ilegales, torturas y asesinatos. Según una nota de prensa (La Vanguardia Española, edición del 09/06/1939): “Se trata de uno de los interrogadores de la checa de la calle de Córcega, llamado Benito Corominas Solano, (...) también en el cuartel «Carlos Marx» (...) donde hizo gala de sus instintos infrahumanos torturando despiadadamente a los detenidos”.

La misma nota de prensa añadía que: “ha confesado que, obedeciendo órdenes de los dirigentes rojos habia logrado ingresar en el Grupo Córdoba de FET y de las JONS”. En la misma nota, se dice que: “En su domicilio -de Barcelona- ha  sido hallada una verdadera colección de joyas valosísimas, valoradas en más de un millón de pesetas. El detenido las tenia perfectamente clasificadas en varios sobres, especialmente los brillantes (...)  que acabó por confesar que fueron robadas de los domicilios de los desgraciados que sacrificó en la checa”.

Corominas sería un caso más de una oscura trama que prueba la existencia de vasos comunicantes entre la FAI (con la oposición de la CNT catalana) y la Falange, que tenía el objetivo de promover un estado de terror y de desafección de la sociedad catalana a la causa republicana y a las instituciones de gobierno de Catalunya. A la finalización del conflicto, Corominas, como la mayoría de elementos que formaban parte de esta oscura trama, no se había exiliado confiando que, no tan sólo no sería detenido, sino que, incluso, obtendría el reconocimiento del aparato represivo del régimen franquista.

Sin embargo, concluido el conflicto civil español, el SIMP (el servicio de inteligencia franquista) decidió eliminar toda evidencia de la existencia de esta trama. Sería entonces cuando se produciría -entre otros- la detención de los asesinos del ex comisario general de Orden Público de la Generalitat Miquel Badia Capell; del periodista de investigación Josep Maria Planes o de los secuestradores del cardenal Vidal i Barraquer. Precisamente la detención de Corominas la practicaría un pelotón policial a las órdenes del capitán Bravo Montero, un destacado dirigente del SIMP.