Tal día como hoy del año 1641, hace 381 años, el Dietari de la Generalitat detallaba el esfuerzo de guerra del país —sostenido, básicamente, por los consejos municipales— para detener la invasión hispánica que se había iniciado unas semanas antes desde el sur (Tortosa, 23 de noviembre de 1640). Desde entonces, el ejército hispánico comandado por el marqués de Los Vélez y formado por 25.000 efectivos, camino de Barcelona había dejado un reguero de sangre y muerte, con las masacres contra la población civil de Tortosa, Xerta, Aldover, El Perelló, l'Hospitalet de l'Infant y Cambrils. Solo en Cambrils, el ejército hispánico había asesinado dentro de sus propias casas a más de 700 personas desarmadas e indefensas, que representaban las tres cuartas partes de la población de la villa.

El ejército de Los Vélez había avanzado, imparable, a través del Camp de Tarragona y del Penedès y, en aquellos momentos, estaba cerca de Martorell, a punto de atravesar el Llobregat y entrar en la plana de Barcelona. Ante esta situación de emergencia, el president Pau Claris había ordenado que todos los efectivos militares catalanes estacionados en Girona y en Figueres se desplazaran de inmediato a Martorell. Pero, al mismo tiempo, se documentaba la extrañeza por el paradero del barón de Espenan, comandante del ejército francés en Catalunya que, con buena parte de sus tropas, había desaparecido después de entregar sin combate la plaza de Tarragona (23 de diciembre de 1640). Aquella situación provocó el envío de misivas de protesta catalanas al cardenal Richelieu.

Aquella situación puso en riesgo una alianza política y militar que era tan importante en Barcelona como en París. Espenan, por el efecto de aquellas misivas, reapareció en el escenario de guerra. No estuvo presente en Martorell, pero, en cambio, sí que tuvo una participación destacada en la decisiva Batalla de Montjuïc (26 de enero de 1641), que se saldaría con la derrota y deserción de las tropas hispánicas. No obstante, y a pesar de los incontestables éxitos militares catalanofranceses inmediatamente posteriores, fue duramente reprobado. Cuando las fuerzas catalanofrancesas consiguieron el dominio de la situación, Richelieu lo destituyó y lo relevó por Urbain de Maille (24 de septiembre de 1641), y su carrera política y militar tocó a su fin.