Tal día como hoy del año 1506, hace 516 años, en Villafáfila (Corona castellanoleonesa), Fernando el Católico y Felipe de Habsburgo (padre y esposo, respectivamente, de la reina Juana I de Castilla) firmaban un acuerdo que dejaba el gobierno del reino castellanoleonés en manos, exclusivamente, del flamenco. Aquel acuerdo, impulsado por las clases aristocráticas de la corte de Toledo, estipulaba que Juana quedaba incapacitada para ejercer las funciones de gobierno a causa de una supuesta enfermedad mental, que Felipe pasaba a ejercer el gobierno en solitario y que Fernando se retiraba a sus dominios catalanoaragoneses y se comprometía a no intervenir en los asuntos castellanoleoneses. Fernando fue expulsado con una proclama que quedaría para la historia: Viejo catalanote, vuélvete a tu nación”.

El año 1502, la reina Juana (llamada "la Loca"), en aquel momento la hija superviviente más mayor de los Reyes Católicos, había sido nombrada heredera en los tronos de Toledo y de Barcelona. Y el año 1504, a la muerte de su madre Isabel, había sido coronada reina de Castilla y de León. Pero ni Felipe ni Fernando habían aceptado aquella situación, y cada uno por su parte maniobraba para obtener el trono de Toledo. Finalmente, y después de una etapa de tensión que amenazaba culminar con una guerra civil (1504-1506), las cortes castellanoleonesas se inclinaron, decididamente, a favor de la estrategia del Habsburgo y aceptaron, plenamente, sus tesis: incapacitaron a Juana, expulsaron a Fernando y le entregaron el gobierno en solitario.

Aquella decisión se explica por la pésima relación entre Fernando y una parte mayoritaria de las oligarquías castellanoleoneses, que se remontaba a la época en que sus tíos (los "infantes de Aragón"), como primos hermanos del rey castellanoleonés habían maniobrado para ganar poder en la corte de Toledo. Y se había enturbiado, especialmente, con las negociaciones matrimoniales de Fernando e Isabel (1469). Es importante destacar que una gran parte de las oligarquías castellanoleonesas eran contrarias al matrimonio de Fernando e Isabel, y habrían preferido una unión dinástica con Portugal. Esta oposición se fundamentaba en la desconfianza que, en Toledo, siempre habían generado las clases mercantiles catalanovalencianas; las principales aliadas de la política de Fernando.