Tal día como hoy del año 1939, hace 80 años, en el contexto de los meses inmediatamente posteriores a la ocupación franquista de Catalunya y a la conclusión de la Guerra Civil española (1936-1939), la prensa confirmaba aquello que ya había avanzado el 9 de agosto anterior: las plazas vacantes del cuerpo de la Guardia Urbana de Barcelona ("Policía Municipal" en la terminología del régimen) serían cubiertas, exclusivamente, por elementos que —durante el conflicto— habían combatido con el bando rebelde.

La nota de prensa publicada por La Vanguardia Española (edición del 27/08/1939) se titulaba “De cien plazas vacantes de guardias urbanos se reservan setenta para ex combatientes y las restantes para Caballeros Mutilados”. Esta provisión estaba destinada a cubrir más del 50% de la masa laboral de la Guardia Urbana. Según la misma administración franquista, se habían producido muchas bajas por muerte, por el exilio forzado o por los despidos (los llamados "expedientas de depuración").

Esta no sería la única medida arbitraria que dictarían a favor de sus combatientes. Poco antes —el 6 de julio— habían impuesto en Barcelona el Día sin postre, que consistía en que “los industriales, bien como hoteleros, dueños de cafés, bares, cervecerías, etc. que sirvan comidas, bien en forma de cubierto o a la carta, habrán de contribuir los lunes «Sin postre» con el diez por ciento de cada comida suelta que sirvan y con el cinco por ciento de la pensión completa si se tratase de personal hospedado, en los mismos”.

Aquella contribución obligatoria y extraordinaria se destinaba al Subsidio al Combatiente. La misma prensa de la época revela, que, precisamente, en los meses inmediatamente posteriores, uno de los principales campos de actuación de la Guardia Urbana sería la persecución de hostaleros, restauradores y vendedores ambulantes que no liquidaban los tiquetes del Día sin postre y la imposición de multas draconianas que podían ascender a 500 pesetas (el equivalente actual a 15.000 euros).