Tal día como hoy del año 1840, hace 179 años, se libraba la batalla de Berga, que decidiría el fin de la Primera Guerra Carlista (1840). En aquella batalla las últimas fuerzas carlistas, comandadas por el general Ramon Cabrera intentaron, infructuosamente, resistir el avance del ejército liberal dirigido por el general Baldomero Espartero. Después del Convenio de Bergara (31 de agosto de 1839), todos los focos de resistencia carlistas de la península se habían acogido al armisticio, exceptuando los de Catalunya. Cuando se produjo la batalla de Berga, las fuerzas de Cabrera eran el último foco de resistencia carlista.

Aquella batalla tuvo dos partes diferenciadas. En campo abierto, Cabrera, muy superior tácticamente a Espartero, consiguió romper las líneas liberales. Pero la superioridad numérica y armamentista de los liberales obligaría a los carlistas a retroceder hasta el interior de las murallas de Berga. Después de intensos combates, Cabrera ordenaría abandonar la plaza e iniciar el camino de la última retirada. Se dirigió con los restos del ejército carlista hacia Castellar de n'Hug (Beguedà) y después de atravesar la sierra del Montgrony pasaría a Francia a través del Coll de Maians (entre el Ripollès y la Cerdanya).

Aquella batalla significó el fin de la Primera Guerra Carlista. Después de la batalla de Berga ya no se produciría ningún otro episodio bélico en aquel conflicto. Cabrera pasó a Francia con 4.600 niños y 300 jinetes, pero todas las piezas de artillería carlistas (se contabilizaron 17 cañones) habían quedado abandonadas a Berga. Un año después (1841) el regente Espartero dictaría un indulto que facilitaba el retorno de los combatientes carlistas, pero el general Cabrera continuaría en el exilio hasta que, en 1848, avanzada la Segunda Guerra Carlista (1846-1849), se sumó al ejército de Carlos VI.