Tal día como hoy del año 1533, hace 488 años, la cancillería de Inglaterra hacía pública la nulidad del matrimonio entre el rey Enrique VIII y su esposa Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Enrique (Greenwich, 1491) y Catalina (Alcalá de Henares, 1485) habían estado casados el año 1509, en el transcurso de las maniobras políticas de aproximación entre las monarquías hispánica e inglesa, que ambicionaban aislar y asfixiar la monarquía francesa. Poco antes de las nupcias matrimoniales (1509), Catalina había sido nombrada embajadora de la monarquía hispánica en Londres. De hecho, sería la primera mujer de la historia que ejercería funciones de representación diplomática.

Catalina de Aragón sería la esposa que estaría más años casada con Enrique VIII. Las otras cinco esposas del rey inglés no pasarían, en el mejor de los casos, de los cuatro años de Catalina Parr. Durante los veinticuatro años de matrimonio Enrique y Catalina formaron un tándem político y diplomático muy potente y expansivo, que pondría las bases del futuro protagonismo de Inglaterra en el contexto internacional. Tuvieron una hija: María (nacida en 1516) que reinaría como María I, pero que no sucedería a su padre directamente, sino a su hermanastro Eduardo VI, hijo de Enrique VIII y su tercera esposa, Jane Seymour.

Catalina de Aragón, en contraposición a su madre Isabel la Católica, destacó por su extraordinaria inteligencia y su afiladísimo espíritu crítico. Era la más dotada intelectualmente y la más comprometida socialmente de los cuatro hijos de los Reyes Católicos: en el transcurso de su vida dominaría ampliamente las lenguas catalana, castellana, portuguesa, neerlandesa, inglesa y latín, y las disciplinas académicas de la filosofía y la literatura. En su calidad de reina de Inglaterra lucharía insistentemente por conseguir que las mujeres tuvieran libre acceso a la educación, por lo cual se la considera a la primera feminista de la historia de Inglaterra.