Tal día como hoy del año 1931, hace 89 años, a las cuatro de la madrugada, al día siguiente de hacerse públicos los resultados de los comicios municipales del 12 de abril, el rey Alfonso XIII de España —bisabuelo del actual rey español Felipe VI— se embarcaba en el puerto de Cartagena rumbo a Marsella, e iniciaba en solitario el camino del exilio. El resultado de aquellos comicios —que, durante la campaña, habían adquirido un carácter plebiscitario— había sido claramente favorable a los partidos republicanos, especialmente en Catalunya.

Pocas horas después, su familia, que se había quedado en el Palacio de Oriente de Madrid (mientras él se marchaba hacia el puerto de Cartagena), emprendió, también, el camino del exilio hacia París. En la decisión de abandonar el trono, pesó de forma decisiva la proclamación de Francesc Macià. El día anterior, 14 de abril, a las dos y media de la tarde, Macià, en la plaza Sant Jaume de Barcelona, había restaurado la Generalitat y había proclamado la constitución "del Estado catalán dentro de la Federación de Repúblicas Ibéricas".

La proclama de Macià —el gran ganador en Catalunya— encendió todas las alarmas del poder político y económico español —tanto de los monárquicos como de los republicanos—, porque desafiaba, claramente, el modelo histórico del estado español. Pocas horas más tarde de la proclama, Vicent Marco —nuevo alcalde republicano de València— aumentaba la tensión al telegrafiar a Macià: "El pueblo valenciano, unido a Catalunya por gloriosos vínculos históricos de sangre y de lengua (...) abrazo de hermandad, gritando viva el pueblo catalán".

A las ocho de la noche del 14 de abril, Alfonso XIII se marchaba en dirección Cartagena. Según la investigación historiográfica moderna, Alfonso XIII habría tomado esta decisión al comprobar que no tenía ningún apoyo político: a media tarde, los pesos pesados de los partidos monárquicos y republicanos, enterados de la proclama de Macià, habían pactado la transición hacia un nuevo régimen político; y habían enviado un mensaje al rey informándolo de que su salida era absolutamente imprescindible para mantener la unidad de España.