Tal día como hoy del año 1650, hace 369 años, la Gran Peste Mediterránea (1647-1651), que había asolado el sur y el levante peninsular llegaba a Barcelona. A pesar de las medidas preventivas adoptadas, que habían evitado el contagio durante tres años, el Consell de Cent (el gobierno municipal) y la Generalitat confirmaban la existencia de un brote de peste en el interior de la ciudad. Aquella epidemia coincidía con la fase final de la Guerra de los Segadores (1640-1652) y provocaría una importante mortandad en Barcelona. Se estima que, entre agosto de 1650 y mediados de 1653, y sumado a los efectos del conflicto y a los episodios de hambre, habría provocado la muerte a unas 10.000 personas (el 20% de la población total de la ciudad).

Según las fuentes documentales, aquella epidemia procedía del norte de África, y penetró en la península a través de los marineros de los barcos mercantes valencianos y catalanes que comerciaban con los puertos otomanos de aquella región. En los Países Catalanes, la primera ciudad afectada fue Valencia capital (1647). En 1648 ya se había extendido por la mitad sur del País Valencià, y afectó especialmente al valle del Segura, y desde allí se había propagado hacia Murcia y Andalucía. Llegó a Sevilla en 1649 —entonces la ciudad más poblada de la península—, y según las fuentes se sumaría a un episodio de hambre generalizada —provocado por unas inundaciones anteriores y un alza de precios de productos alimenticios—, y se cobró la vida de 60.000 personas (el 50% de la población total de la ciudad).

El año 1650 aquella peste llegó a Catalunya. En enero se confirmaba la existencia de un brote en Tortosa, y en febrero en Tarragona. El comercio marítimo la propagó hacia el otro extremo del país y en junio de 1650 ya afectaba a Girona y L'Empordà. Según el historiador Josep Clarà, afectó a la totalidad de la población de Sant Pere Pescador, que quedaría transitoriamente deshabitada, y provocó la muerte de más de 500 personas en Girona (el 10% de la población). A finales de 1651 aquella peste estaría remitiendo, excepto en Catalunya. El desplazamiento de soldados hispánicos en el frente de guerra catalán —procedentes de zonas que habían quedado especialmente afectadas— provocaría varios rebrotes, especialmente mortíferos en las ciudades de Girona y de Barcelona.