Tal día como hoy del año 1413, hace 610 años, en Balaguer (capital del condado independiente de Urgell, en la órbita política del Principado de Catalunya), el conde Jaime de Urgell, que había sido candidato a soberano del trono catalanoaragonés en el Compromiso de Caspe (1412), rendía su última fortaleza a Fernando de Trastámara, que había sido el elegido en aquella asamblea compromisaria y que en aquel momento ya hacía algo más de un año que reinaba como Fernando I. Después del resultado de Caspe (24 de junio de 1412), Jaime de Urgell se había rebelado y había iniciado una guerra civil que tendría un final precipitado e inesperado, en buena parte por la defección de sus aliados tradicionales.

Con la muerte de Martín I (1410) sin descendencia legítima, se había abierto un proceso sucesorio que, básicamente, se limitaría a dos figuras: Jaime de Urgell, primo tercero y cuñado del difunto rey y candidato de la aristocracia militar y latifundista de la Corona catalanoaragonesa, y Fernando de Trastámara, sobrino del difunto rey y candidato de las clases mercantiles de Barcelona y de València. En las negociaciones previas a la elección de Caspe (1412), Jaime de Urgell nunca fue capaz de acercar su candidatura a los potentes mercaderes. Hombre de ideología anticuada y apolillada, pretendía sacar el país de la crisis involucionando su sociedad hacia el inicio del régimen feudal (siglos X y XI).

Después de Caspe (1412), Jaime de Urgell se rebeló y centró la acción de su movimiento en el espacio territorial a caballo entre Catalunya y de Aragón. Desde Balaguer, capital de sus dominios, lanzó varios ataques contra Lleida y contra Huesca, pero la defección de los Cardona (la otra gran estirpe nobiliaria catalana), que arrastraron a la pequeña nobleza catalana, lo dejó sin posibilidades. Solo le restaría el apoyo de los poderosos Luna en Aragón y Vilaragut en València, que, a pesar de su fuerza, no pudieron resistir la ofensiva de las tropas reales. Vencidos los pocos aliados que le quedaban, Fernando I lo rodeó en Balaguer, y después de un asedio de tres meses, lo obligó a rendirse.

Jaime de Urgell fue encarcelado al castillo de Ureña, en la corona castellanoleonesa, y su esposa y su familia fue recluida en el monasterio de Sijena.