Tal día como hoy del año 1942, hace 83 años, en Madrid (España), un pelotón militar del régimen franquista español fusilaba a Heriberto Quiñones González, marido de la ya difunta Aurora Picornell Femenias una de las cinco rosas mallorquinas (también llamadas las Roges des Molinar, brutalmente torturadas, violadas y asesinadas por falangistas mallorquines)—. Quiñones era un dirigente del Partido Comunista Español en la clandestinidad y una de las personas más buscadas por el régimen franquista. Fue detenido el 30 de diciembre de 1941, en el centro de Madrid —en la calle Alcalá—, sometido a un juicio sin garantías procesales y condenado a muerte. Durante la detención y los interrogatorios fue tan salvajemente torturado que lo tuvieron que fusilar sentado en una silla porque era incapaz de sostenerse en pie.

Pero lo más destacado de la historia de Quiñones era la falsa identidad que cubría el auténtico rastro de un personaje muy curioso. Según la investigación historiográfica, el verdadero nombre de Quiñones habría sido Helmut Heine, nacido en la región de la Bucovina (actualmente Ucrania, pero por aquel entonces el extremo oriental del Imperio austrohúngaro), miembro de la comunidad de origen alemán establecida en dicho territorio a finales del siglo XVIII. Otros investigadores sostienen que, cuando entró en el Estado español, llevaba un pasaporte polaco expedido a nombre de Yefin Granowdiski. En cualquiera de los dos casos, lo que sí es seguro del todo es que Quiñones —con la colaboración de un funcionario del Registro Civil de Gijón— había suplantado la personalidad de un difunto de esa zona.

En el transcurso de las torturas que le infligieron, delató a un comando clandestino, que fue desarticulado. En aquel contexto, la dirección del Partido Comunista de España lo acusó de traidor y lo demonizó. Su figura no sería rehabilitada hasta 1986, cuando se produjo un profundo cambio de dirección en el Partido Comunista de España, que relevaba a todos los miembros que tenían alguna relación con la Guerra Civil (1936-1939). Como anécdota, muchos de los investigadores sostienen que durante mucho tiempo nadie sospechó que podía ser un agente extranjero (del PCUS soviético) infiltrado en la dirección del Partido Comunista de España, porque había sido capaz de hablar castellano con acento asturiano (su falso origen) y de hablar catalán con las particularidades locales de Mallorca (la isla de su esposa).