Tal día como hoy del año 1938, hace 85 años, en Burgos; en el contexto de la Guerra Civil española (1936-1939); un pelotón militar del ejército rebelde fusilaba a Manuel Carrasco i Formiguera, dirigente de la Unió Democràtica de Catalunya. Carrasco había sido capturado por un barco del bando rebelde, cuando navegaba con su familia en dirección a Vizcaya, para reincorporarse como asesor del gobierno del lehendakari Aguirre (4 de marzo de 1937), Después de la detención, fue trasladado a Burgos, sede de la Junta de Defensa Nacional (el gobierno del bando rebelde), y fue encarcelado, torturado, acusado de "auxilio a la rebelión", juzgado por un consejo de guerra, y condenado a muerte (28 de agosto de 1937).

Desde que fue condenado a muerte hasta que fue fusilado, pasaron ocho meses durante los cuales varias personalidades internacionales solicitaron al Vaticano que intercediera para detener la ejecución. Pero según los profesores Josep Maria Solé i Sabaté y Joan Villarroya Font —ambos de la Universidad Autónoma de Barcelona—, sería el mismo general Franco, jefe del bando rebelde, quien ordenaría personalmente hacer efectiva la sentencia de muerte. El asesinato de Carrasco i Formiguera fue la reacción del general Franco y su gobierno a las protestas internacionales, incluidas las del Vaticano, a los bombardeos contra la población civil catalana (Lleida, noviembre 1937, y Barcelona, enero y marzo 1938).

Carrasco había nacido en Barcelona en 1890, y desde bien joven se había implicado en los movimientos políticos del país. Había militado en la Lliga Regionalista y había sido elegido concejal del Ayuntamiento de Barcelona (1920) por este partido. En 1922 había fundado Acció Catalana, formado por el sector más catalanista de la Lliga, opuesto a las políticas pusilánimes de Cambó. Había representando este partido en el Pacto de San Sebastián (1930) que allanó el camino hacia la República y hacia la restauración del autogobierno catalán. Había sido Conseller de Sanidad con el primer gobierno Macià (1931). Y se fue a Unió Democràtica (1932) para defender un nuevo mapa confederal español. Cuando fue asesinado, era uno de los mejores activos políticos del país.