Tal día como hoy del año 1898, hace 125 años, en el puerto de La Habana (capital de la, entonces, colonia española de Cuba), estallaba el acorazado Maine, de la armada de guerra norteamericana. Como resultado de aquella explosión, el barco se hundió y murieron 261 de los 355 tripulantes (3 oficiales y 258 marineros). Al día siguiente de la explosión, el grupo de prensa norteamericano Hearst, propietario de varios medios que abarcaban importantes segmentos de población del país, responsabilizó el Gobierno y contribuyó, de forma decisiva, a crear una corriente de opinión entre la sociedad norteamericana favorable a la intervención armada en Cuba.

El acorazado Maine había sido botado en el Astillero Naval de Nueva York en 1889 y había sido asignado al servicio militar en 1895. Entre 1895 y 1898 efectuó varios viajes entre la costa atlántica norteamericana y La Habana (Cuba). Según las fuentes oficiales, estos viajes tenían la misión de proteger y evacuar la comunidad norteamericana en Cuba en caso de conflicto bélico. Quan el Maine inició su último viaje (Hampton Roads, Virginia, 11 de diciembre de 1897), la guerra de Cuba —que enfrentaba a los ejércitos independentista y colonial— ya hacía dos años que había empezado, pero ninguno de los contendientes había conseguido desequilibrar el conflicto a su favor.

Durante los días posteriores a la explosión, los gobiernos español y norteamericano crearon sendas comisiones de investigación, que no consensuaron las causas de aquel hecho. Mientras que los españoles señalaban un problema en el interior del barco como el causante de la explosión, los norteamericanos siempre sostuvieron que el Maine había estado impactado por un torpedo disparado a propósito desde un destructor colonial. Sea como sea, el presidente McKinley declaró la guerra en España. El 25 de abril de 1898, setenta días después de la explosión del Maine, el ejército norteamericano desembarcaba en Cuba. Y el 12 de agosto de 1898, el Gobierno del liberal Sagasta firmaba la rendición.