Tal día como hoy del año 1570, hace 453 años, delante del pequeño puerto de Tazacorte (isla de La Palma, Canarias) el corsario hugonote Jacques de Sores, al servicio del partido protestante que combatía al partido católico en las mal llamadas Guerras de Religión de Francia (1562-1598), abordaba un barco que transportaba a ochenta y seis tripulantes, dieciséis seglares y setenta religiosos de la Compañía de Jesús, que se dirigían a las misiones jesuíticas de la colonia portuguesa del Brasil. Según las fuentes documentales, los corsarios apuñalaron y lanzaron con vida en alta mar a un total de cuarenta religiosos (dos sacerdotes, un diácono, veintitrés estudiantes y catorce hermanos de la Compañía). También, según las fuentes documentales, todas las víctimas eran originarias de las coronas castellano-leonesa, portuguesa y navarra. No había ningún catalán entre las víctimas.

Aquella masacre retrasó notablemente los planes de la Compañía de Jesús, consistentes en crear establecimientos en el Atlántico sur americano. Hasta dieciocho años más tarde (1588), una pequeña misión formada por un catalán, Joan Saloni, un irlandés, Thomas Field, y un portugués, Antonio Ortega, no conseguiría crear un primer establecimiento en la región del Chaco. Con la llegada de Saloni a la región, se produjo una auténtica revolución: los tres jesuitas pioneros entendieron que aquellas sociedades abrazarían el Evangelio con más convencimiento si, previamente, se las transportaba hasta un estadio de progreso social y económico. Durante tres décadas largas (1588-1632), Saloni fundó treinta misiones que impulsaron un modelo de explotación agroganadera gestionado, exclusivamente, por la población autóctona.