Tal día como hoy del año 1759, hace 265 años, en las afueras de la ciudad de Quebec (capital histórica de Quebec), se libraba la Batalla de las Llanuras de Abraham, que enfrentó el ejército colonial francés, formado por 3.500 efectivos y comandado por el general Louis de Montcalm (Nimes, Languedoc, 1712), y el ejército colonial británico, integrado por 5.000 hombres y liderado por el general James Wolfe. Las tropas francesas estaban compuestas por 2.000 soldados de la metrópoli y 1.500 milicianos de la colonia. Entre las fuerzas originarias de la metrópoli estaba el Regimiento Royal-Roussillon, un contingente de 1.000 hombres originarios de la Catalunya Nord, que habían sido emplazados en el Quebec al inicio del conflicto (1754) y que habían sido decisivos en la victoria francesa en la Batalla de Ticonderoga (1756).
Esa batalla sería —con la de Ticonderoga— uno de los grandes episodios de la llamada Guerra franco-india (1754-1756), que enfrentó a franceses y británicos (las dos principales potencias de la época) por el dominio de Norteamérica. Pero cada una de esas batallas tuvo un signo diferente. Mientras que en Ticonderoga (actualmente estado de Nueva York), Montcalm y su regimiento de catalanes obtuvieron una gran victoria, que les franquearía el camino hacia las principales ciudades de las colonias británicas de Massachusetts, Connecticut y Rhode Island; tres años más tarde, las tornas se habían invertido y la derrota francesa en las afueras de la ciudad de Quebec inclinaría definitivamente la balanza de ese conflicto a favor de los británicos.
La historia del Regimiento Royal-Rousillon se remontaba a 1657, en la última fase de la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59). En ese momento, el Principat había sido ocupado por los hispánicos, y el cardenal Mazzarino, ministro plenipotenciario de Luis XIV, reorganizó las fuerzas aliadas francocatalanas y ordenó la creación del Regimiento Royal-Catalan, que después de la Paz de los Pirineos (1659) pasaría a llamarse Royal-Roussillon. La anexión de los condados norcatalanes a Francia se traduciría en la más absoluta ruina económica de ese territorio, y ello explicaría la permanencia de aquel regimiento en el tiempo, que se nutriría de chicos que buscaban una salida laboral a una situación de miseria provocada por Francia.