Aunque la candidatura no será oficial hasta septiembre, el exalcalde de Barcelona Xavier Trias ha dado el primer paso para optar a la candidatura de Junts per Catalunya en las próximas elecciones municipales que se celebrarán el último domingo del próximo mes de mayo. Sus palabras durante la ronda de entrevistas que concedió este miércoles, después de que nuevamente estuviera en el foco de la conspiración de la policía patriótica con el diario El Mundo para apartarle en 2015 de la alcaldía a partir de la noticia falsa de una cuenta en Suiza, que a la postre le acabaría costando el cargo tras la sucia campaña electoral que practicó Ada Colau, han abierto de par en par las puertas al retorno a la primera línea política del exalcade. Sus declaraciones han ido más dirigidas al desorden que actualmente tiene Junts que al paso que está dispuesto a dar: "Yo no me presento para perder; si me presento, quiere decir que las cosas tienen que ir de una determinada manera". A buen entendedor, pocas palabras bastan.

¿Qué quiere Trias? Un partido ordenado, una solicitud explícita de la organización política en la que milita y carta blanca en todas las decisiones en su condición de exalcalde, de su trayectoria política y del conocimiento que tiene de la ciudad. El listón es alto, ciertamente, pero nadie como él asegura a priori salir de la irrelevancia en que se encuentra su formación política y con un panorama, según las encuestas, que le otorgan entre cuatro y cinco concejales de los 41 que tiene el consistorio y la cuarta posición tras Esquerra Republicana, Barcelona en Comú y PSC. En las elecciones que le apartaron de la alcaldía, su registro fue de 10 regidores y quedó a poco menos de 15.000 votos de Colau, rehusando establecer una alianza con otros partidos al entender que la alcaldía le correspondía a la ganadora de las elecciones, aunque hubiera sido en una situación tan anómala como la distorsión que suponía ser perjudicado por una noticia que era falsa pero que fue cocinada suficientemente para que llegara viva a la jornada electoral y le penalizara.

Curiosamente, lo que le machacó enormemente en 2015 es lo que le encumbra ahora para que pueda volver. Sin olvidar, claro está, una ciudad mucho peor gestionada a la que él dejó en todos los aspectos: desde la limpieza a la seguridad, pasando por las relaciones con los comerciantes o con los diferentes agentes de crecimiento económico de la ciudad. En el plano interno de Junts, la federación de Barcelona suspira por el retorno de Xavier Trias, no plantearía el más mínimo problema a la hora de darle carta blanca para la elaboración de la lista y apoyaría, sin dudarlo, el ticket Trias-Argimon, y la incorporación en el segundo lugar de la lista de una mujer que, seguramente, debería cubrir el área económica para intentar devolver a la ciudad a los números que presentaba cuando él la dejó.

El conseller de Salut, Josep Maria Argimon, un político bien valorado en las encuestas, tiene la mejor valoración entre los consellers del Govern —por delante de Jaume Giró, Teresa Jordà y Joan Ignasi Elena— se considera un fijo en esta lista, ya que ha trasladado en pequeños círculos que su etapa como conseller está tocando a su fin y que la aventura municipal no le desagrada. Argimon tiene a su favor una gestión acertada en toda la crisis de la pandemia y, sobre todo, unas explicaciones de mucho sentido común y muy profesionales a la hora de implementar durante estos años unas medidas nada fáciles durante una larga etapa, lo que le ha otorgado una pátina de credibilidad.

A diez meses de las municipales, la llegada de Trias puede introducir un reparto de cartas nuevas frente a los candidatos ya designados, Ada Colau y Ernest Maragall, los mejores colocados en las municipales de 2019, y Jaume Collboni, el candidato del PSC si los socialistas no optan por remover nuevamente el tablero e incorporar una persona de mayor peso que solo podría ser Salvador Illa y, con alguna duda respecto a que pueda mejorar el resultado, Miquel Iceta. La partida se pone, a priori, interesante.