Sería recomendable que la alcaldesa de Barcelona, si no se ha ido ya de vacaciones, se diera una vuelta por la ciudad. No con el coche oficial, sino caminando por ella. Es un ejercicio sano que han hecho todos los alcaldes de la capital, desde Pasqual Maragall a Xavier Trias. De ambos se explican, sobre todo del primero por los casi quince años que estuvo al frente del consistorio barcelonés, multitud de anécdotas de una manera de gobernar la ciudad desde la calle haciendo parar el vehículo oficial cuando había cosas que no gustaban o telefoneando in situ a sus colaboradores, o al funcionario de turno para denunciar algún desperfecto, un acto incívico o una mala actuación de la Guardia Urbana.
Obviamente, hay la lucha contra la suciedad de Barcelona. Si Colau paseara por la ciudad comprobaría cómo la porquería invade muchas calles del amplio centro de la capital, los containers aparecen repletos y con bolsas de basura a su alrededor, y así uno y otro día. Eso por no hablar del olor nauseabundo de algunas calles que se ha amortiguado algo por la lluvia estas últimas horas, no por la eficacia de los servicios municipales. Este estado lamentable de la ciudad no es una buena carta de presentación en un momento en que se están recuperando niveles turísticos de prepandemia, aparte de ser una tortura para decenas de miles de vecinos que ven sus calles convertidas en poco menos que en un estercolero. Hasta el extremo que se han denunciado plagas de ratas en algunos barrios y no es extraño verlas en parques municipales.
No es la primera vez que cuando llega el buen tiempo a Barcelona se denuncia la suciedad de la capital y la alcaldesa hace oídos sordos. En esta ocasión, ha ido más lejos y ha señalado que Barcelona no está sucia y que se estaba limpiando más que nunca. Lo segundo es cuando menos discutible, ya que si se estuviera limpiando más que nunca la ciudad no tendría el aspecto que tiene. Respecto a lo primero, es urgente que se dé una vuelta por las zonas donde las quejas son continuas para sacarla de su error. Simplemente se trata de desplazarse a alguno de los sitios que han sido fotografiados por los vecinos o que lo han denunciado a través de las redes sociales de las que antes era asidua seguidora y ahora ya se ha borrado de algunas, como Twitter, que abandonó en abril de 2021.
Faltan aún muchos meses para las elecciones municipales, que se celebrarán el último domingo de mayo del próximo año. El éxito y la confortabilidad en una ciudad es una suma de pequeñas cosas. Aunque Barcelona continúa teniendo en muchos rankings una buena valoración, el deterioro lo padecen a diario sus vecinos. Las restricciones de agua que ha anunciado la Agència Catalana de l'Aigua para paliar la sequía no harán, si llegan, sino difuminar responsabilidades. Por eso es urgente que se fuerce al equipo de gobierno a un plan realista que permita dejar de hablar permanentemente de una Barcelona sucia y maloliente.
