Ha valido la pena el debate de los seis candidatos que encabezan las listas catalanas con representación parlamentaria al Congreso de los Diputados para llegar al momento culminante, alrededor de las 23.30 horas. Los diputados de En Comú Podem no sitúan como una línea roja para un gobierno en España el referéndum de independencia de Catalunya. Punto y final. El mantra, que catapultó a la formación morada en las elecciones del pasado 20-D y que les asegura en las encuestas publicadas para el 26-J la primera posición, ha virado. Se ha difuminado, por más que, como en muchos otros casos, hay que prestar más atención a lo que no se dice que a lo que se dice. No habrá referéndum porque su apuesta pasa a ser la fraternidad. Primero fue Pablo Iglesias, en el debate a cuatro celebrado el pasado lunes. Segundo, Xavier Domènech en el debate a seis. Un insistente Gabriel Rufián no consiguió que Domènech se comprometiera con el referéndum. También fracasó el convergente Francesc Homs. El diálogo entre Domènech y Rufián provocó, seguramente, el momento más intenso de un debate moderado con solvencia por la periodista Mònica Terribas.

Pese a algunos momentos de cierta intensidad, el debate fue, en general, de guante blanco. A la catalana. El candidato de En Comú Podem asumió el rol de ganador del pasado 20-D en Catalunya y también las expectativas que les da a Podemos una más que probable segunda posición en la política española. Este hecho es clave para entender algunos de los virajes que se están produciendo en la formación morada. Ha llegado el momento de eliminar trabas para un hipotético gobierno con los socialistas. De hablar de socialdemocracia por más que sus adversarios se refieren a ellos como los comunistas. 

Una última valoración personal de los seis candidatos: Domènech, excesivamente ambiguo y menos auténtico que en el debate de diciembre; Rufián, claramente al ataque, sin desaprovechar ninguna oportunidad para hacer emerger los circunloquios del candidato de ECP; Meritxell Batet, inexperta y sin salirse del guión que se había preparado; Homs, moderado, independentista, priorizó sus ataques en el PP y en Podemos; Joan Carles Girauta, aplicado y en ocasiones aparentemente aburrido; y, finalmente, Fernández Díaz, ministro, descalificador del independentismo e irónico con la política y las propuestas de Pablo Iglesias.