¿Sigue mandando Pedro Sánchez en el PSOE? Si uno lee con atención las declaraciones y contradeclaraciones en el interior del Partido Socialista, es lógico pensar que su liderazgo pende de un hilo o, en el mejor de los casos, de unos pocos hilos. Nunca en la historia reciente, el máximo dirigente de los socialistas españoles se ha visto sometido a un escrutinio público tan crítico de su acción política. Cierto también que sus resultados electorales han sido los peores de su partido.

El pasado se le aparece en todas las esquinas, negándole apoyo en todos sus movimientos. El más lejano que encarnan González y Guerra, junto a aquellos mariachis que fueron Ibarra y Corcuera, por citar a dos socialistas muy conocidos de aquella primera etapa. Y el más próximo, que han representado José Luis Rodríguez Zapatero y exministros como Sevilla y Borrell, también. Sánchez, que no se prodiga desde el 26-J, ha demostrado una alta capacidad de resiliencia. Nervios de acero en momentos de máxima presión.

Pero como que en el PSOE no solo mandan sus dirigentes -o, al menos, así lo piensan aquellos que, sin carnet, tratan de variar la decisión- en estos últimos días hemos visto caer sobre el soldado Sánchez una desproporcionada crítica procedente del otrora fuego amigo mediático y compañero de más de una travesía empresarial. Ver cómo se le anima a transgredir sus principios y se le critica por no regalar sus votos al PP forma parte de la antología del disparate en que se ha convertido la política española.

Eso sí: todo vale antes que una mayoría alternativa a PP y Ciudadanos y que cuente con los votos para la investidura de Esquerra, PDC y PNV.  Será que el Estado español solo sabe ser de derechas cuando lo que está en juego es elegir entre el continuismo o intentar su refundación.