El president de la Generalitat ha empezado este sábado en Berga a dar algunas pistas respecto a la cuestión de confianza a que se someterá en el Parlament el 28 de este mes -tres días después de las elecciones vascas y gallegas y, presumiblemente, en una situación política no muy diferente en España-, y a su primera reunión pública comunicada a la opinión pública este viernes con la CUP. Quizás, lo más interesante es la suma de mano tendida a un socio parlamentario y la convicción que, en esta partida, si la juegan bien, el escenario electoral en Catalunya no ha de estar en ningún momento encima de la mesa.

La garantía de Puigdemont a la CUP de que no va a coger atajos para completar el procés debería ser el lubricante para los próximos meses. También su deseo de rebajar la tensión permanente con la izquierda radical independentista y que se traduce en un compromiso de escucharse mutuamente y un canal abierto y fluido al que ha de ayudar los cambios que se han producido en el secretariado de la CUP. Lo cierto es que, con pocas palabras, y, por ahora, menos ruido en los medios de comunicación las dos partes coinciden en privado en que el acuerdo no se les va a escapar.

En buena lógica, las conversaciones con Economia para hablar del presupuesto de 2017 no deberían demorarse, máxime teniendo en cuenta que su responsable, Oriol Junqueras, tiene canales abiertos desde hace tiempo y una fluidez muy superior a la del Partit Demòcrata que se traduce, entre otras cosas, en que este viernes, por ejemplo, harán un acto conjunto ERC, la CUP y Podemos para celebrar el 40 aniversario del 11 de septiembre de 1976. Un acto que, por otro lado, ha despertado más de un enfado en la antigua Convergència por no haber sido invitada.

Pero Puigdemont, que no quiso cargo alguno en el nuevo partido para dedicarse en exclusiva a la Presidència de la Generalitat, sobrevuela en algunos de estos problemas para sorpresa de sus correligionarios que le querrían, en ocasiones, más beligerante. Su liderazgo es de presencia territorial permanente, alejado de los conflictos que no le suman, ofertas de diálogo a todo el mundo y, todo ello, sin perder de vista porqué aceptó el cargo cuando se lo propuso Mas. Lo otro -incluso si irá a la reelección- parece importarle realmente bastante poco aunque sea lo que más se le pregunta.