Quien pasa por ser el partido más cercano en estos momentos al sistema -unos lo llaman directamente el partido del establishment, otros el del Ibex-  puso este jueves encima de la mesa la que puede ser la última propuesta para tratar de desbloquear la investidura de un presidente del Gobierno español. Que el cargo lo ocupe un independiente. La propuesta de Albert Rivera no es ingeniosa pero recoge un sentimiento muy generalizado empresarialmente en Madrid: Cuidado que Podemos e Izquierda Unida uniran sus fuerzas en las próximas elecciones del 26 de junio y entonces el problema será mayor. En las élites empresariales siempre hay un punto naïf a la hora de observar la política, un mundo que por extraño que parezca desconocen mucho más de lo que la gente piensa.

¡Pues claro que uniran sus fuerzas Podemos e Izquierda Unida! Tienen a ganar una decena de escaños, la opción real de desbancar al PSOE de la segunda posición o en el peor de los casos acercarse mucho y, depende de como quede el mapa político español, volver a poner encima de la mesa un gobierno de izquierdas. Pedro Sánchez ha tenido una oportunidad y no la ha sabido aprovechar. Sacó a bailar la pareja equivocada y confió su suerte a que los presentes entendieran que no podía sacar a ninguna otra. Es cierto que Podemos le ha ninguneado a él y al PSOE hasta extremos inimaginables hace unos meses. Pero con el corsé que le han impuesto los barones socialistas, el temor en las próximas elecciones es que el PSOE retroceda y entre en una espiral que con el tiempo le acabe desplomando, como sucedió con el Pasok griego. Este es el riesgo que no se despejará hasta la noche del 26 de junio.

Y de ahí la propuesta de Rivera. Un independiente de carné, pero dependiendo de los de siempre. Eso que unos han definido como un Guindos y otros como un Solbes. Una fórmula que PP y PSOE dicen no querer y para la que tienen de tiempo hasta el próximo martes. Y es que las urnas nunca se sabe el resultado que pueden acabar arrojando.