Si no fuera por todo lo que sabemos a estas alturas de la Operación Catalunya, un observador de la comparecencia del ex ministro del Interior Jorge Fernández Díaz y del ex director de la Oficina Antifrau Daniel de Alfonso podría llegar a pensar que se ha exagerado mucho. Que la operación puesta en marcha por el Estado para inculpar a dirigentes independentistas aunque fuera obteniendo pruebas al margen de la ley o fabricándolas quizás sea verdad pero mucho menos de lo que se ha dicho. Por suerte, la comparecencia de Fernández Díaz y De Alfonso en la comisión de investigación del Congreso ha llegado en un momento en que ya es imposible contener la tapadera de las acciones llevadas a cabo por demasiadas personas y que, en estos momentos, van directamente a las alcantarillas del Estado.

Por en medio hay grabaciones, confesiones de comisarios, investigaciones periodísticas, imprudencias de Margallo... Demasiadas huellas para que se puedan tapar todas. Por eso, las declaraciones de los dos comparecientes tiene un valor limitado. En el caso de De Alfonso, su táctica en la comisión fue muy similar a la que empleó en la comparecencia que realizó meses atrás en el Parlament de Catalunya. Desafiante en las formas y en el lenguaje; desconocedor de todo lo que no quería decir, empezando por lo que había dicho en las dos reuniones que tuvo con Fernández Díaz y cuyas grabaciones debe ser de las pocas personas interesadas que no ha oído -bueno, el otro es el ex ministro del Interior- y portador de puyas genéricas o muy seleccionadas a la clase política catalana. A la que quiso dejar claro que conocía muy bien.

Uno de sus dardos lo dirigió a En Comú Podem, al querer poner de manifiesto una relación de confianza con el diputado Albano-Dante Fachin. El segundo intento de banderilla fue al diputado Gabriel Rufián  -que le sometió a un eléctrico interrogatorio- cuando, con evidente ánimo de desarbolar sus argumentos, reveló una hipotética conversación con el presidente de Esquerra y vicepresident del Govern, Oriol Junqueras, en el despacho de este último. Al despedirse, Junqueras le habría dicho: "Daniel tu sabes cuanto te queremos, ¿verdad?". Por en medió trufó ataques genéricos a políticos y periodistas en una intervención bronca, máxime tratándose de un juez que en la actualidad tiene destino en Santander.

Tampoco sabía nada Fernández Díaz. Nada de Operación Catalunya, nada de afinar a la Fiscalía, nada de destrozar la sanidad, nada de las conversaciones, nada de quien había grabado, nada de los policías que han ido apareciendo en la Operación Catalunya, nada de nada. Eso sí: su experiencia parlamentaria -diputado en una u otra cámara legislativa ininterrumpida desde 1982- le permitió concentrar sus respuestas en el guión que llevaba y no meterse en jardines para los que no tenía respuesta. Y así, acabó la sesión parlamentaria. Suerte que el Barça ganó por tres a cero al Sevilla.