El tiempo demuestra siempre que cuando se abren determinadas puertas y la reacción general es de indiferencia, no puedes esperar después que, cuando te sucede a ti, haya una legión de ciudadanos que su respuesta espontánea sea escandalizarse. Viene esto a cuenta de los incívicos comportamientos de un grupo de ultraderechistas que la noche de fin de año apaleaban un monigote que simulaba al presidente del gobierno, Pedro Sánchez. Uno de los más destacados, también por su cargo, el portavoz del grupo socialista en el Congreso, Patxi López, ha exigido atajar de raíz lo que consideran que son acciones violentas, ha anunciado que llevará el caso a la justicia porque considera que su comportamiento se enmarca en los delitos de odio y ha dicho que, en estos casos, no puede haber equidistancia ni medias tintas.

Para que no haya dudas: son hechos intolerables y cargados de rabia organizada por grupos políticos que viven mejor en la intolerancia y en el fanatismo. Creo que no hay ningún demócrata que pueda sentirse a gusto con estas imágenes. Dicho esto, como que ya había pasado antes y muchos callaron con una mezquindad que hoy solo les enrojece el rostro para su vergüenza, hay que recordar que en la Semana Santa de 2019, en la tradicional fiesta de la Quema del Judas, el pueblo sevillano de Coripe acaparó muchos titulares al inspirarse en el presidente Carles Puigdemont para crear el muñeco.

La memoria es selectiva y por eso solo recordamos lo que tiene un gran significado para nosotros, pero la hemeroteca no

De esta guisa, un monigote que simulaba a Puigdemont, vestido con un lazo y capa amarilla, envuelto en llamas, recibía disparos del personal. Era el momento de la ejecución en un pueblo gobernado por el PSOE cuyo alcalde Antonio Pérez calificó de sátira y de parodia la celebración. Hubo en aquel 2019 muchos silencios del PSOE y del PP, ya que en aquellos tiempos todo parecía valer y tenía un premio especial deshumanizar al president en el exilio. La memoria es selectiva y esa es la razón por la que recordamos solo aquello que tiene un gran significado para nosotros, pero la hemeroteca no.

Es obvio que estamos en una coyuntura de una fuerte tensión política, con su epicentro en Madrid, donde la derecha tiene las mejores posiciones para intentar desestabilizar el gobierno de Pedro Sánchez por sus acuerdos con los independentistas. Hasta la fecha, el ruido tiene mucho más que ver con los pactos que con los resultados.  Al menos, en el caso de la cesión de la alcaldía de Pamplona a Bildu, tuvo que ver con el desenlace que desplazó a la derecha de la alcaldía para que la formación abertzale accediera a la capital de Navarra a cambio de los votos que le facilitaron a Pedro Sánchez. Al final, los resultados es siempre lo único que mide cuál es el balance de una negociación.