Si hay un partido en el Parlament que necesita permanentemente gesticular es la CUP. Sus diputados aceptaron a regañadientes la investidura de un candidato de Junts pel Sí aunque se cobraron la pieza de la dimisión de Artur Mas. Ese triunfo les duró muy poco: aunque iban repitiendo que habían mandado al expresident a la papelera de la historia, el día a día les demostraba que la política de la Generalitat había cambiado muy poco por no decir nada. Los márgenes para la acción política eran los que eran y no había un enorme deseo de situarse precipitadamente fuera de la legalidad. Ni el Govern ni el Parlament apostaban por desafiar abiertamente al Tribunal Constitucional. Esa es la realidad de los casi tres meses efectivos de legislatura.

En este contexto, la CUP ha decidido apretar el acelerador. Primero, con una iniciativa política a corto plazo como es la moción que este jueves se  someterá a debate en el Parlament. Una moción a medida de todos... menos de la oposición. Los cupaires podrán votar y perder temas vitales para ellos como la petición de desacato de los Mossos y el apoyo a que los ayuntamientos desobedezcan la sentencia del Tribunal Constitucional. Los diputados de Junts pel Sí apoyarán aquellos aspectos que están dentro de la legalidad. Los letrados del Parlament habrán situado las líneas rojas que no están dispuestos a sobrepasar para no arriesgarse a una inhabilitación. Y la oposición protestará con más o menos intensidad. Habrá, a buen seguro, polémica y crispación pero todos los diputados llegan con la lección bien aprendida.

El segundo movimiento de la CUP es de más largo alcance y tiene como objetivo rearmarse y empezar a preparar el futuro. Pasa por exigir un gesto claro de desobediencia cuando se cumpla un año de la investidura del president Puigdemont, el próximo 10 de enero. Es mucho tiempo, cierto. Pero quizás sea, indirectamente y en contra de lo que pueda parecer, una señal de que caminamos hacia la aprobación de los presupuestos de la Generalitat, que debe presentar el vicepresidente Oriol Junqueras antes de que finalice el mes de mayo. Si así fuera, la CUP cumpliría la palabra dada tras la dimisión de Mas y las mejoras sociales de los próximos presupuestos verían la luz. Y el próximo enero, ya veremos.