Tan solo 24 horas después de la toma de posesión de Pere Aragonès como president de la Generalitat, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ha emitido desde Bruselas las primeras señales públicas de que quizás sí que estarán en las próximas semanas en la mesa del Consejo de Ministros los indultos de los presos políticos catalanes. La manera como lo ha explicado merece, al menos, las siguientes consideraciones.

Primero, el indulto es una gracia del gobierno español que ninguno de los presos beneficiarios de la medida ha solicitado. Dicho esto, mejor que gocen de libertad a que sigan ni una sola hora más en la injusta prisión que padecen. En ningún caso, la gracia individual soluciona el problema político que está enquistado y sin horizonte de solución.

Segundo, presentar los indultos asegurando que los principios constitucionales no son la revancha y la venganza no deja de ser un brindis al sol. Fue en base a un artículo de la Constitución, el 155, que se suspendió la autonomía catalana y se cesó al Govern y no ha habido mayor revancha y venganza que la que ha aplicado o ha permitido el gobierno español con la represión al independentismo. Es comprensible que Sánchez busque ser comprendido en España pero ellos han alimentado también el anticatalanismo y el discurso del golpe de Estado.

Tercero, la lealtad que le pide al Partido Popular no deja de ser un gesto de cobardía. La misma actitud con la que ha dejado pudrir el tema desde la moción de censura con la que desplazó a Mariano Rajoy de la presidencia del Gobierno. Ni ha habido, ni habrá, en España un buen momento para el indulto ya que el PP solo espera que se lleven a cabo para incendiar la escena política. Esto se sabe desde hace tiempo y, como todo lo que se demora, le llega a Sánchez en el peor momento y con un partido conservador lanzado y en modo electoral tras la aplastante victoria de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid.

Cuarto, amnistía y derecho a la autodeterminación. El independentismo debe hacer valer su fuerza decisiva en el Congreso de los Diputados para lograr un cambio de registro en las relaciones entre Catalunya y España. Obviamente, nadie lo desea tanto como el mundo independentista pero también cualquier demócrata apoya la libertad de los presos políticos y el retorno de los exiliados. Ahora bien: Catalunya se ha ganado con sus resultados electorales algo más que migajas. Lo plantea Escocia y esa debe ser la batalla de Catalunya. La Marca España no puede seguir pesando como una losa sobre los valores democráticos y los resultados del 14 de febrero, con el 52% de los votos independentistas y 74 escaños de 135.