Aunque hace ya varias horas de la reunión en el palacio de la Moncloa entre la vicepresidenta en funciones Soraya Sáenz de Santamaría y el vicepresidente catalán Oriol Junqueras, este último, seguramente, aún debe estar preguntándose cuál era el interés real de la número dos del Ejecutivo español por reunirse con él. Y es que la política que se realiza en Madrid tiene a veces mucho de política-espectáculo: se levantan expectativas sobre determinados acuerdos, se filtran informaciones que después no se cumplen y se explica, eso sí, que el ambiente de la reunión ha sido bueno. Falta... lo más importante: el Gobierno en funciones no está aislado, habla con todos, también con los independentistas catalanes. Así, se dice, Junqueras ha estado dos veces en la Moncloa en los últimos tres meses. Mucho ruido y pocas nueces. Final de la cita.

La comunicación a Junqueras por parte de Sáenz de Santamaría y del ministro de Hacienda en funciones, Cristóbal Montoro, de que el Consejo de Ministros de este viernes autorizaría una refinanciación de 680 millones de deuda no justifica una reunión. De hecho, las refinanciaciones de deuda suelen ser por desgracia para la Generalitat habituales. Hace unas semanas hubo otra de 4.000 millones y se solventó sin mayores anuncios públicos. Por lo poco que puede haberse filtrado de la reunión tampoco hubo conversaciones políticas de mayor calado sino un mero repaso de la agenda europea, el objetivo de déficit y las exigencias de Bruselas. Mucho menos se pudo desbloquear la petición de reconvertir 1.600 millones de deuda de corto a largo plazo, algo que sí que daría una mínima autonomía financiera a la Generalitat. Esta es una antigua reivindicación de Junqueras, que cuenta con el aval del ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, y que cuando llega al perímetro de la Moncloa se evapora, sin que se sepa a ciencia cierta si es más culpa de Soraya o de Montoro.

Aunque el género literario de la política siempre permite miles de fabulaciones, quien hable de deshielo es simplemente un desinformado. Al revés, la cita de la Moncloa fue una oportunidad perdida y un deseo manifiesto de no recoger el guante de Junqueras, que, por la mañana, en un foro informativo en Madrid, había expresado "toda la predisposición a hablar y a escuchar; y, si hay acuerdo, mejor".  Una filosofía, la de hablar y escuchar, que también utilizó en la cena empresarial de la víspera en Zalacaín y con los periodistas económicos con los que también se reunió en Madrid. Y eso que el tema independentista tuvo algún momento de alto voltaje.