Entre este martes y el jueves, el rey Felipe llevará a cabo una ronda de conversaciones con los líderes políticos que obtuvieron representación parlamentaria en las elecciones del pasado 26 de junio para intentar proponer a la presidenta de las Cortes un candidato a presidente del gobierno. Hoy por hoy la única opción factible es el presidente en funciones, Mariano Rajoy, aunque este, a medida que han ido pasando las semanas desde el 26-J, ha ido dando pasos atrás a la hora de confirmar si aceptaría o no el encargo del monarca. Habida cuenta de que ya hay un precedente, tras las elecciones del pasado 20 de diciembre, en que no aceptó el encargo al no contar con apoyos parlamentarios suficientes, muy bien podría volver a repetir la jugada este mismo jueves.

Lo cierto es que la política española parece haber entrado en un bucle infinito en que ninguno de los cuatro grandes partidos hacen un movimiento significativo para desbloquear la situación. ¿Cuáles serían los cuatro movimientos ganadores de una manera automática? Para el Partido Popular, entregar la cabeza de Mariano Rajoy. Un movimiento de este calibre daría automáticamente los votos afirmativos que necesita de Ciudadanos y el PSOE se vería obligado a mover pieza, si no de todo el grupo sí por parte de unos cuantos diputados. ¿Y para Ciudadanos? Si la formación de Albert Rivera aceptara pasar por el aro, como le pide el PP sin hacer ninguna concesión, la investidura de Rajoy encontraría una pista de aterrizaje. De hecho, en C´s se temen que este puede ser el único desenlace que les quede si aquel empresariado que se ha encontrado tan cómodo con la formación naranja acaba realizando una nueva vuelta de tuerca.

Los otros movimientos que desbloquearían la situación se encuentran en el espacio de la izquierda. El PSOE tiene dos: apoyar a Rajoy, cosa que dice que no hará, o demostrar coraje para aglutinar a la izquierda, cosa que los barones socialistas rechazan y Pedro Sánchez, malherido, no parece sentirse con ánimo de emprender. Solo un movimiento rápido y sin condiciones de Podemos, algo hoy descartable, daría a Sánchez el impulso del que carece.

En consecuencia, el espíritu de las terceras elecciones sobrevolará desde este martes la Zarzuela. Y, al final, quizás a todos los actores de esta comedia les acabe pareciendo mucho más cómodo ir a unos nuevos comicios que pactar y negociar. Eso sin contar que, en un Madrid con un gobierno en funciones, la noticia quizás no acabe estando en la investidura sino en el pleno del Parlament de Catalunya y el posible y anunciado desafío al Tribunal Constitucional.