Aunque Josep Borrell está desde hace muchos años permanentemente enfadado y es capaz de pelearse hasta con su propia sombra, ni sus enemigos, que los tiene y muchos, como también muchos admiradores entre la España más jacobina, recuerdan tantos errores seguidos como los que ha cometido en los últimos días en un plazo de tiempo tan corto. "Está desbocado; nada le sale bien", dice una fuente diplomática. "Está muy dolido con Pedro Sánchez", comenta otro compañero de partido. "No ha encajado bien lo de Europa", asegura un tercero. Para nadie es una sorpresa que el ministro de Asuntos Exteriores considera su inminente retorno al europarlamento de Bruselas una jugada sucia del presidente del Gobierno que, dicho en plata, se lo quiere sacar de encima como sea. Bueno, como sea no, sino haciéndole creer que su designación obedece exclusivamente a la necesidad de reforzar la candidatura a las europeas. Sánchez considera que Borrell es muy problemático después del 28-A y el papel de estabilizador del PSOE y de veteranía que aportaba al Ejecutivo al inicio ya no es necesario.

Pero Madrid es, estos días, un hervidero de rumores con el buscado protagonismo de Borrell. Tanto que nadie se cree que todo sea una serie de deslices casuales del ministro. ¿A qué viene que Borrell haya encendido en una semana un fuego tras otro con Francia, México, Israel, y, finalmente, su enfrentamiento en directo con el entrevistador más importante de la televisión pública de Alemania? Porque el Borrell más altivo no solo dio por finalizada la entrevista con Tim Sebastian, un veterano periodista que ha trabajado para medios como la BBC o Reuters y que tiene diferentes reconocimientos por su labor, sino que dejó por los suelos la imagen de España, reforzó la idea de un Estado autoritario que soporta mal las entrevistas que no controla y consolidó la idea del nulo respeto del Ejecutivo español al trabajo de los medios de comunicación cuando no se le da la razón con una entrevista amable.

Pero eso, seguramente, a Borrell le preocupa poco, muy poco. Hay muchos que consideran que su verdadera campaña electoral estos días no está en buscar votos para las europeas. Es mucho más ambiciosa: confiar en que los números den y el PSOE acabe pactando con Ciudadanos la investidura de un presidente del Gobierno. Sería entonces cuando Borrell rentabilizaría su cercanía al partido de Albert Rivera y por qué no pensar, entonces, que Cs pusiera como condición innegociable la salida de Pedro Sánchez de la Moncloa. Apoyo al PSOE de Ciudadanos, sí...pero con otro candidato.¿Quién mejor situado, entonces, que Josep Borrell? El noi de La Pobla volviendo por la puerta grande. ¡Cuántas veces lo habrá soñado!