A veces llegan noticias más allá de nuestras fronteras que nos devuelven la esperanza en la salud de la democracia y en el respeto a las decisiones siempre incómodas en materias territoriales cuando afectan a algo tan delicado como es la independencia. Acostumbrados como estamos a ver como España resuelve todos los conflictos territoriales con represión policial, judicial y política y sin el más mínimo diálogo, asistir a como la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, introduce en la agenda del Reino Unido un segundo referéndum es realmente envidiable.

Es lógico que los medios de Madrid intenten que de esta cuestión se hable lo menos posible ya que en las comparaciones de la Zarzuela y la Moncloa siempre salen malparados respecto a Buckingham y el 10 de Downing Street. Y es que en general, los diarios de papel huyen del nuevo referéndum escocés, cuando a la vuelta del verano habrá sentencias "ejemplarizantes" para los miembros del Govern y el resto de líderes independentistas que ha juzgado el Supremo.

Vale la pena escuchar, por ejemplo, al número dos del Partido Laborista del Reino Unido, John McDonnell, señalando que su formación -lo que en España sería el PSOE- debería permitir la celebración de un segundo referéndum si el Parlamento de Escocia lo aprueba. Lo ha expresado con palabras entendibles para cualquier demócrata: "Dejaríamos que el pueblo escocés decidiera. Eso es democracia". "Será decisión del Parlamento escocés y del pueblo escocés. Ellos considerarán si quieren otro referéndum". ¿Por qué Madrid no puede tener una actitud similar?

Uno de los articulistas del diario The Guardian, Simon Jenkins, publica un artículo este viernes en el que asegura que la independencia de Escocia es inevitable y que si fuera escocés votaría  favor sin pensárselo. Aunque la posición del primer ministro británico, Boris Johnson, es contraria al referéndum falta mucho tiempo para el segundo semestre de 2020 o principios de 2021, que es cuando Nicola Sturgeon plantea la consulta a los escoceces. Bienvenida sea la política, el diálogo y el respeto a lo que quieren los ciudadanos.