La amenaza de la Fiscalía General del Estado destinada a mantener a Carles Puigdemont recluido en Bruselas parece que no tiene ya visos de ser efectiva. Así, después de un domingo plagado de noticias, algunas sorprendentes y también contradictorias, el president mantiene el pulso con el Estado español después de anunciar que comparecerá este lunes en la Universidad de Copenhague, que lo ha invitado al debate organizado por el Departamento de Ciencias Políticas. Lo que sucederá después o incluso en las horas previas no lo sabe nadie a ciencia cierta. Lo que sí está asegurado es la inmediata repercusión internacional, ya que medios de todo el mundo han informado en las últimas horas de esta visita y la televisión danesa ha incluido la noticia en los primeros minutos de sus informativos.

Y eso que la Fiscalía española, en una actuación novedosa y preventiva, ha hecho público este domingo cuáles son sus intenciones: cuando tenga confirmación oficial a través de la policia del viaje de Puigdemont solicitará al juez instructor del Tribunal Supremo que active la euroorden de detención y entrega del president. Llama la atención que la Fiscalía avise a través de una nota oficial de sus movimientos, aunque hay que agradecerlo, ya que es una fórmula mucho más equitativa que las filtraciones realizadas hasta la fecha.

Como en un thriller sin descanso alguno, Puigdemont ha decidido mover sus piezas y arriesgar. Unos, incluso, consideran que mucho, ya que el riesgo siempre existe. Pero no es la primera vez que el president juega al límite y que se deja llevar por su olfato. De ahí su convicción de que el momento es el adecuado, justo el día en que el presidente del Parlament, Roger Torrent, tiene que anunciar oficialmente que tiene los apoyos en la Cámara para intentar la investidura.

Y el país, el adecuado: Dinamarca, con una legislación en materia de euroórdenes no muy diferente de la de Bélgica. Además, con la opinión pública a su favor, ya que acude a Copenhague invitado por la universidad y por diputados del Parlamento danés. Su caso es de sobra conocido y la causa catalana, también. Igual que la violencia policial del 1 de octubre.

De paso, intenta dejar en evidencia al Estado español, que ya retiró la euroorden presentada ante la justicia belga por miedo a que fuera rechazada o muy limitados los delitos aceptados. Puigdemont juega fuerte, convencido de que si el juez Pablo Llarena la acaba activando puede tener un resultado similar. Si así sucede, puede ser un giro copernicano en su situación y quién sabe si en el proceso, ya que la justicia española no se habría visto capaz de mantener en dos países de la UE, Bélgica y Dinamarca, las acusaciones de rebelión y sedición.