El curso político catalán, que está próximo a reanudarse, tiene este mes de septiembre como primera gran prueba de fuego: saber si el president de la Generaltat, Carles Puigdemont, supera la moción de confianza en el Parlament el próximo 25 de septiembre. Una derrota supondría la inmediata convocatoria de elecciones en un plazo que no iría mucho más allá de las primeras semanas de enero y situaría la política catalana en un grado de incertidumbre similar al de la política española y con un horizonte electoral por delante. La aprobación de la moción de confianza supondría, en cambio, encarar la fase final del proceso con una hoja de ruta aún incierta.

Es obvio, y así lo están destacando estos días los dirigentes de Esquerra Republicana con su líder, el vicepresident del Govern Oriol Junqueras, al frente, que la moción de confianza debería llevar aparejado, al menos por parte de la CUP, un compromiso político para que los presupuestos de la Generalitat para el 2017 pudieran ser tramitados en el Parlament de Catalunya. Es del todo lógico que así sea, ya que si la moción de confianza es el resultado de que el pasado mes de junio no pudieron ser tramitados los de este año, superar la moción de confianza no puede ser un acuerdo en abstracto, ya que en pocas semanas los presupuestos se volverían a presentar y, de ser rechazados, se volvería al punto de partida.

Que esta petición por parte de Junqueras y los dirigentes de Esquerra de apoyo a los presupuestos se dirija también a Catalunya Sí que es Pot y a la alcaldesa Ada Colau obedece a una demanda de reciprocidad por el apoyo que ERC y su grupo municipal en el Ayuntamiento de Barcelona dieron a la alcaldesa. En política, los favores no siempre se devuelven y las polémicas del verano entre los republicanos y los comunes en relación al referéndum o a la Diada han enrarecido el ambiente aunque, es cierto, que el anuncio de Colau de asistir a la manifestación de la Diada y el silencio de Junqueras en la polémica podría actuar de bálsamo en la reanudación del curso político.

Las conversaciones que iniciará en las próximas fechas Puigdemont con los partidos políticos permitirán empezar a despejar algunos de los interrogantes que hay en estos momentos. Y conocer también el alcance real de los cambios en el secretariado de la CUP y la llegada al mismo de dos pesos políticos como el exdiputado Quim Arrufat y el concejal del consistorio gerundense Lluch Salellas. Porque aunque la CUP tiene su dinámica propia, lo cierto es que hay muchas maneras de remarcar el valor de sus diez diputados y la diferencia entre ser garante del desarrollo del proceso o ponerlo en riesgo en cada momento acaba siendo importante.