Pedro Sánchez pasó este sábado por Barcelona a la vieja usanza: sin propuestas políticas para abordar el conflicto con Catalunya, tirando de manual monclovita respecto a la falta de mayoría social del independentismo y pidiendo al Govern que pase del monólogo al diálogo, una frase que puede aguantar un titular para personas desconectadas del procés, pero que no es más que un brindis al sol en boca de un presidente del gobierno español que en el tiempo que lo es no ha sido capaz de poner encima de la mesa ni una iniciativa política concreta.

Quizás el presidente recibirá elogios de algunos por su tono, lo que no hace sino poner de manifiesto que las expectativas respecto a una propuesta política de su parte son inexistentes. Los partidos independentistas se han hinchado de poner por delante el referéndum acordado y una solución para los presos y los exiliados. Tanto, que el riesgo al ridículo si se mueven por contrapartidas pequeñas es algo evidente. Sánchez hace como si lloviera, regaña a los independentistas por no entenderse con la Catalunya que vota otras opciones políticas y da el tema por zanjado. Como diciéndoles: "No os dais cuenta de que para vosotros soy lo menos malo". Al fondo de todo, el runrún de que viene Vox, que viene Vox...

Eso sí, presentó los presupuestos generales del Estado que aprobó el viernes el Consejo de Ministros como una solución a los problemas sociales existentes, y prometió inversiones territoriales de esas que ya se tenían que haber hecho hace años y que en su totalidad nunca acaban ejecutándose, y dejó a los independentistas como los malos de la escena política si no se aprueban finalmente en las Cortes. Sin importarle que el capítulo de los ingresos sea un brindis al sol ya que la suma no dará nunca. Necesario, eso sí, porque si no sus promesas de gasto acabarían cayendo como un castillo de naipes.

Sánchez se ha acostumbrado a ir tirando desde que ganó la moción de censura y a confiar en su suerte. Como si tuviera bastante con intentar crear un clima de distensión que rebaje los problemas o los amortigüe más que solucionarlos. A los despistados del PP y de Cs que quieren forzar elecciones españolas a toda costa ya les dijo que tengan paciencia porque iba a gobernar hasta el 2020. Para un presidente que no tiene mayoría parlamentaria, con su principal ley, la de los presupuestos, encallada y una parte de sus barones que están en pie de guerra ante las municipales y autonómicas de mayo, no se puede negar que confianza en sí mismo no le falta.