En las últimas fechas se han producido dos hechos en el Parlamento Europeo que retratan a la perfección la deriva de las instituciones de la UE. El primero fue la prohibición a los presidentes Puigdemont y Torra que celebraran un acto en una de sus salas. El presidente de la Eurocámara, el polémico Antonio Tajani, conservador, periodista y fundador de Forza Italia, la formación de Silvio Berlusconi, tomó partido por el veto alegando una evidente estupidez como es "razones de seguridad". Con posterioridad a ello, Puigdemont acudió junto a la totalidad de miembros de su gobierno en el exilio a un acto en el Parlamento Europeo sin previo aviso y, como es normal, nada sucedió. No había motivos para impedir el acto de Torra y Puigdemont. Pero Tajani, inflexible, y amigo de las diferentes derechas españolas, tomó una decisión política del agrado de todas ellos y nada institucional.

Este miércoles han sido los de Vox los que sí han podido utilizar una sala del Parlamento Europeo para insultar a Puigdemont y Torra invitados por el partido de derecha populista que gobierna Polonia, Ley y Justicia (PiS). En el caso de Puigdemont, acabando su intervención el secretario general de Vox con un "Viva España, Viva Europa y Puigdemont a prisión" y, en el de Torra, definiéndole como un títere de Puigdemont y tildando al  independentismo de "movimiento facineroso". Eso es lo que Tajani ha autorizado: que un grupo prácticamente sin representación parlamentaria, hasta ahora, en ninguna cámara legislativa ni autonómica, ni española, ni europea, pueda ocupar sus salas para insultar a los que sí han sido europeístas desde siempre y defensores de la UE.

No es extraño que trabajadoras de las instituciones de la UE hayan mostrado su rechazo al acto y que el eurodiputado flamenco Mark Demesmaeker haya tenido que renunciar a concluir una pregunta que había realizado a los organizadores por el revuelo que se produjo en la sala, mientras el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, le acusaba de estar pagado por el independentismo catalán. Ese acto tenía el aval de Tajani y el de los presidentes la prohibición. Europa, hoy, es eso, institucionalmente hablando. Un club donde las formaciones como Vox encuentran camino abonado para crecer y propagar sus mentiras y el independentismo catalán encuentra las puertas de las instituciones cerradas. Mientras eso sucedía en Bruselas, en Lleida el líder local de Vox era detenido por presuntos delitos sexuales contra menores. Y Ortega Smith en la Eurocámara dejaba boquiabiertos a las asistentes al acto asegurando que si no vestían burka era gracias a la batalla de las Navas de Tolosa (siglo XIII), la batalla naval de Lepanto (siglo XVI) y el emperador Carlos V (también, siglo XVI). 

Recuerdo a Martin Schultz presidiendo el Parlamento Europeo, un alemán culto, socialdemócrata y preparado. Pero parece que el futuro es de los Tajani o de los Borrell, de políticos como ellos. Ruidosos, olvidadizos y desconocedores de la historia y de la realidad.