Que hay discrepancias en el gobierno español con la decisión impuesta por Pedro Sánchez de poner punto final al confinamiento total este mismo lunes no es ninguna gran novedad. Ni que por quinta vez consecutiva el presidente del gobierno haya oído este domingo críticas por parte de los presidentes autonómicos en estas reuniones semanales que mantiene, por videoconferencia, desde la Moncloa y en la que la gran mayoría de ellos protesta, pero el inquilino de palacio hace como si no los oyera, y así hasta el domingo siguiente.

Vivimos en la época del auge del autoritarismo, con tintes de populismo en algunos sitios y en otros, simplemente, por la vía de la resignación, ya que la alternativa es peor. Así, la oposición queda reducida a los discursos —es lo que les acaba sucediendo a los presidentes autonómicos después de que Sánchez haya impuesto el mando único— e incluso una formación como Podemos ha de expresar sus discrepancias a través un tuit de Pablo Iglesias, flamante vicepresidente del gobierno. Nada de ir de cara, sino un tuit enlazando un artículo que habla de lo que sucedió en Bérgamo, en plena Lombardía, la zona de Italia más devastada por el coronavirus y donde tuvo una enorme importancia en la ralentización de las medidas a adoptar para evitar la propagación del virus las presiones de la patronal Confindustria. Y que cada uno interprete lo que quiera.

Debe de ser la nueva manera de hacer política y un intento de dejar dicho, si sale mal la decisión de Sánchez, que ellos ya lo habían advertido. No sé yo si eso salvará de la quema a la formación morada que acompaña al presidente del gobierno en una decisión irresponsable y peligrosa y que solo se entiende por razones económicas. Quizás sería más fácil explicar que la situación es la que es y que la economía española no deja margen para hacer otra cosa. Es normal que la ciudadanía esté muy asustada, cuando además aún se mantiene un cifra elevadísima de fallecidos en las últimas 24 horas —619 en España y 111 en Catalunya— con un ligero repunte respecto al día anterior.

En Catalunya, el desconfinamiento total no se producirá hasta el martes ya que el lunes es festivo. El hecho de que el president Torra haya dicho que no se va a quedar de brazos cruzados demora unas horas conocer si va a haber una respusta del ejecutivo catalán y cuál va a ser. El margen es ciertamente pequeño si no se quiere desbordar el perímetro de competencias perdidas. Esperemos que no tenga razón el epidemiólogo Oriol Mitjà, que ha advertido que los efectos de un desconfinamiento precipitado pueden ser devastadores.