Explicaba el expresident de la Generalitat Artur Mas que cuando negoció en 2010 el apoyo del Partido Popular para ser investido president de la Generalitat –que después no tendría y la alcanzaría con la abstención del PSC– que encima de la mesa solo tenía una gran cuestión por parte de Sánchez Camacho: que el PP abandona el rincón del hemiciclo en que había estado desde el inicio de la transición. El PP se salió con la suya y visualizó una centralidad que no tenía. El resto de la historia es de sobras conocido y después la historia acabaría mal.

Sirve este ejemplo, relativamente reciente, para valorar lo importante que es una buena ubicación en el hemiciclo y como se hace política con estas cosas.

Ahora, con el reparto de los asientos en el Congreso de los Diputados también se ha hecho política. No es otro el motivo de mantener a Esquerra Republicana en las últimas filas del hemiciclo y desplazar hasta lo que se conoce como el gallinero a los diputados del Partit Demòcrata. El caso del PDC estaba relativamente cantado desde que se le privó de grupo parlamentario propio con una aplicación estricta del Reglamento de la Cámara, que, en otras ocasiones, no se ha hecho. Esta posición privilegiada de la anterior legislatura hubiera podido y tenido que ser para ERC pero la Mesa tampoco lo ha creído conveniente.

La decisión de a los independentistas catalanes ni agua se ha llevado hasta el final y el pacto PP-Ciudadanos, en ese aspecto, parece funcionar a la perfección. También en el de la persecución de la inmersión lingüística, donde dicen estar haciendo grandes avances.

Curioso rasero el que se ha aplicado en la distribución de asientos y que pronostico que dará que hablar y tendrá sus consecuencias. Y en este baile de favores reseñar que el PNV ha vuelto a ganar. Primera fila detrás del gobierno pese a contar solo con cinco diputados –perdió uno– frente a los nueve de ERC y los ocho del PDC. Tendrán razón los que dicen que el PNV siempre gana.