El ex ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo acaba de explicarnos su gran incomodidad con dos de sus compañeros de gabinete entre diciembre de 2011 hasta hace muy pocas fechas, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Con retraso, nos ha radiado unas supuestas tensiones entre ellos por dos temas nada menores en la relación entre Catalunya y España: la judicialización de la política y el ahogo financiero por parte de Montoro a la Generalitat. Aunque sea en diferido y, quizás, como un cierto ajuste de cuentas entre ellos va bien saber que hasta la misma mesa del Consejo de Ministros había llegado el debate sobre una política suicida del Gobierno español con Catalunya y que ha situado la opción de la independencia como la preferida entre la ciudadanía, según la gran mayoría de las encuestas que se han elaborado recientemente.

Lo más llamativo del caso es que muchos de los argumentos que ha utilizado el ex ministro de Asuntos Exteriores en una entrevista radiofónica en la Cadena Ser han sido escuchados durante estos años en las filas independentistas y siempre han sido rechazados en público por el Gobierno español, por el Partido Popular, por Ciudadanos y, en buena medida, también por el PSOE. Como, por ejemplo, que con la judicialización de la política y que todas las discrepancias acaben en los tribunales como hace el Gobierno "todo esto acaba en un choque de trenes, y eso se tiene que evitar". O este otro comentario en alusión a la posición del PP: En política se tienen que mantener siempre puentes abiertos y "había que haberse ganado el afecto de los catalanes".

Un día, Margallo incluso nos explicará el malestar del Rey con esta política del Gobierno español. Aunque para revelaciones de este calibre aun falta un tiempo y el ex ministro, a los 72 años, seguramente quiere seguir siendo locuaz y que se conozca su enfado pero no cerrarse todas las puertas. Y a lo mejor piensa que Rajoy le debe una. Pero sea por interés, como un desaire o, simplemente, por hablar claro, Margallo ha hecho en este caso un favor a los que sostienen desde posiciones políticas e ideológicas muy diferentes que desde el Gobierno español otra política era posible. Y, para Margallo, además, necesaria.