El próximo martes se cumplirá un año desde que la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela decretó el ingreso en prisión de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart en la cárcel de Soto del Real. Un año privados de libertad, denegada varias veces por el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena, que asumió la causa, y que actualmente cumplen condena en el centro penitenciario de Lledoners. Desde aquel 16 de octubre del 2017 han sucedido muchas cosas, pero ninguna ha cambiado la privación de libertad que ahora ya se sabe a ciencia cierta injusta y desproporcionada. Por si había dudas, han aparecido documentales de aquel 20 de septiembre en que la Guardia Civil entró en la Conselleria d’Economia que dejan bien claro el papel pacificador de los Jordis aquella jornada.

Sin embargo, el falso relato ha seguido el camino trazado. Los escarmientos, ya se sabe, no se construyen sobre la verdad, sino que se levantan imponiendo una narración mil veces repetida y millones de veces difundida. Ha habido desde entonces dos hechos políticos importantes: el independentismo ganó de manera inapelable las elecciones del 21-D y sus votos cambiaron el curso de la historia en España aupando a Pedro Sánchez a La Moncloa y expulsando de la presidencia del Gobierno a Mariano Rajoy.

Todo ello es importante resaltarlo cuando ya se anuncia la presentación del escrito acusatorio contra los Jordis y el resto de presos políticos catalanes por parte de la Fiscalía General del Estado. María José Segarra parece que mantiene los delitos de rebelión (un mínimo de quince años de reclusión) y de sedición (un mínimo de diez) en línea con sus antecesores en el cargo del Partido Popular. La gran farsa de la judicatura española y que ya ha sido tumbada en los tribunales de Alemania y Bélgica, y hubiera seguido el mismo destino en Reino Unido y Suiza si no se hubieran retirado las euroórdenes, sigue su camino como si tal cosa. Ahora, además, se nos quiere convencer con las filtraciones correspondientes de que, pese a que se mantienen las acusaciones, se optará por la banda más baja de las condenas.

Hay que tener estómago para pedir en estas condiciones el voto de los independentistas a los presupuestos generales del Estado. “Es la política, no todo es el retorno de los exiliados y la libertad de los presos, el derecho a la autodeterminación, el referéndum y la independencia”, dice un dirigente independentista abierto a la negociación. 

Y los Jordis, este martes, cumplirán un año en prisión.