A veces, en política, lo que parece es. Y la derrota de Mariano Rajoy en la sesión de investidura de este viernes, no por esperada, es más grave de lo que parece. En primer lugar, la escena de PP y Ciudadanos rompiendo de hecho su acuerdo, incluso antes de la votación, no tiene desperdicio. Como tampoco lo tiene que el portavoz popular, Rafael Hernando, aprovechara su turno en la tribuna de oradores para dedicar toda una serie de lindezas a Albert Rivera porque éste había señalado que el PP debía buscar un nuevo candidato si Rajoy fracasaba y que el pacto suscrito para apoyar la investidura tenía como fecha de caducidad... el final de la votación. Los dos partidos no se soportan ya que comparten electorados, pero es que ni guardaron las formas.

En segundo lugar, hay que destacar el guiño de Pedro Sánchez sugiriendo que está dispuesto a tomar algún tipo de iniciativa en la nueva ronda política que supuestamente realizará el Rey para conocer si se dan las condiciones para una nueva investidura. Sánchez se insinuó, tan solo, pero fue suficiente para que se desataran las especulaciones. La máquina de sumar vuelve a estar encendida pero no parece que el líder socialista sea capaz de tejer una mayoría con tantos condicionantes como se ha puesto y con una parte de su partido hecho unos zorros y con ganas de que la situación no se prolongue más. Ahí están desde Felipe González a algunos barones y toda la claca mediática (la de derechas y la antes de izquierdas de la mañana y también de la tarde). Por cierto, la vicepresidenta del Gobierno aprovechó la conferencia de prensa del Consejo de Ministros de este viernes para recordar que el Ejecutivo, al estar en funciones, no puede aprobar el plan de publicidad, que comporta ingresos importantes para muchos medios de comunicación.

Finalmente, es obvio que esta anómala situación de falta de entendimiento entre los partidos para conformar un gobierno acaba afectando a la imagen internacional de España. Más allá de la opinión que cada uno pueda tener lo cierto es que no hay pasos significativos ni del PP ni del PSOE ni de Podemos para desbloquear la situación. Lo razonable es que en los próximos días la flecha se dirija hacia el presidente del Gobierno en funciones y su nula disposición a facilitar una salida. Ya han empezado desde Rivera a Felipe González y en las próximas horas surgirán más voces aunque traten de ser sofocadas.

Mientras se llega o no a unas nuevas elecciones, las fuerzas parlamentarias sí deberían encontrar una posición compartida para exigir responsabilidades al Gobierno aunque esté en funciones. Porque no deja de ser impresentable que el ministerio de Economía haya propuesto para el Banco Mundial al exministro de Industria José Manuel Soria, que tuvo que dimitir por aparecer en los denominados Papeles de Panamá. No deja de ser una curiosa manera de estar en funciones y que se trate del exministro que estaba al frente de la Marca España.