Iñigo Urkullu seguirá como lehendakari de Euskadi y Núñez Feijóo como presidente gallego. Las elecciones en ambas comunidades se han saldado sin sorpresas locales y se ha puesto de relieve una estabilidad política que, por ejemplo, hace años que se ha evaporado en Catalunya. Allí, en Euskadi y en Galicia, los trasvases electorales no han afectado a los partidos de gobierno y la crisis económica tampoco. ¿Por qué? En el caso de Euskadi está claro: el concierto y el cupo les ha permitido vivir dentro de una burbuja y los ciudadanos la crisis la han vivido de refilón. En este contexto, no es tan extraño que los vascos hayan vuelto a confiar nuevamente en el Partido Nacionalista Vasco, un valor seguro, estable y que siempre gana. Urkullu ha apostado por la moderación y le ha salido bien.

En el caso gallego, la victoria de Feijóo obedece a otros motivos que tienen mucho que ver con un liderazgo muy consolidado y esta pátina que tanto gusta en Galicia de persona con anclajes importantes en Madrid. A Feijóo, que ha revalidado la mayoría absoluta en condiciones muy difíciles y que se convierte en una excepción en España, se le abren ahora opciones políticas más ambiciosas. Con la victoria del PP en Galicia respira Mariano Rajoy en su triple condición de presidente del PP, gallego y presidente en funciones en España. La investidura quizás no la tiene más cerca pero gana tranquilidad ante unas eventuales terceras elecciones.

La cruz de estas elecciones es, sin duda, Pedro Sánchez. El secretario general del PSOE, enfangado en una campaña en contra de barones territoriales y de viejas glorias socialistas, se ha pegado un tortazo descomunal. Pasar de 16 escaños a nueve en Euskadi y de 18 a 14 en Galicia es incluso un fracaso personal, ya que no todo se explica por la irrupción de Podemos, sino que unos resultados tan malos son también un castigo a su estrategia política. Es de prever a partir de hoy mismo una amplia ofensiva para apartarle de la secretaria general o para tumbar sus resistencias a investir a Rajoy.

Un último apunte: el denominado bloque constitucionalista ha perdido ocho escaños en Euskadi (siete el PSE y uno el PP) y cuatro en Galicia (todos del PSOE). Ciudadanos ni ha abierto el casillero en las dos elecciones y se ha quedado con cero diputados. En los parlamentos de Euskadi PP y PSE serán los grupos políticos con menos parlamentarios y en Catalunya el PP ocupa la penúltima posición, no así el PSC que es el tercer grupo de la Cámara. En cualquier caso, las realidades de Catalunya y Euskadi vistas con la mirada de Madrid sigue siendo muy desdibujada y el constitucionalismo de PP, PSOE y C's no resiste la prueba del algodón en Vitoria y Barcelona.