Cuando un ministro de Sanidad aconseja profusamente a la ciudadanía el uso de la mascarilla hasta hace menos de 24 horas, sobre todo a la población que pondrá punto final al confinamiento el lunes, le insiste machaconamente en esta idea durante varios días en todas las comparecencias públicas y, cuando se acerca el momento, levanta el pie del acelerador, y a la vista de que, quizás, ello no va a ser posible ya que los stocks que existen no son ilimitados, tiene que pasar a decir que "no es necesario llevar mascarilla si se mantiene la distancia de seguridad" y que lo importante es la higiene, lo normal es que se nos acabe poniendo a todos los pocos pelos que nos quedan de punta.

¿Sabe realmente el gobierno español a dónde nos lleva con esta constante improvisación? Nos dice el ministro que se distribuirán a partir del lunes en estaciones de metro y cercanías al tiempo que se nos aconseja que utilicemos medios de transporte privados a los que según la catalogación de servicios no esenciales no puedan realizar teletrabajo. He hecho la prueba este sábado entre varias personas de profesiones muy diferentes para conocer si sabían lo que tenían que hacer a partir del martes, ya que el lunes es festivo al ser lunes de Pascua. Evidentemente, como pensaba, nadie sabe muy bien qué tiene que hacer y la ciudadanía se mueve entre la desinformación y el miedo.

Por si fuera poco, el gobierno español se ha negado a facilitar el acuerdo del comité de expertos que asesora a Pedro Sánchez para adoptar la decisión del final del desconfinamiento total. Es más, uno de sus miembros ha dado a entender que ese consejo nunca se le ha dado mientras la OMS llama la atención sobre el fatídico resultado que puede acarrear una decisión como esta. A experiencia de lo que ha sucedido en otros países con la relajación de las medidas, sin tener más controlado que actualmente en España el coronavirus, son negativas. Ir en contra de lo recomendable por los científicos es una opción, claro está, pero quien adopta una decisión así deberá enfrentarse al resultado que produzca ya que estamos hablando de vidas humanas.

El Gobierno se queja de que no tiene ningún grupo político, excepto Ciudadanos, a su lado. Será que más allá de las prédicas habituales y la descalificación permanente no ha hecho nada por crear un clima de colaboración. El Govern se lo ha ofrecido varias veces y nunca ha encontrado respuesta. La última, cuando le ha pedido mantener el confinamiento total en Catalunya y se ha encontrado, de nuevo, con un portazo. Y así, casi siempre.