Cuando falta una semana para la vuelta a las escuelas de centenares de miles de catalanes es normal que haya inquietud en las familias después de seis meses con los colegios cerrados y con la pandemia del coronavirus sin controlar, como demuestran la cifra superior al millar de contagios diarios. Nadie sabe a ciencia cierta cómo evolucionará el retorno masivo a las aulas, qué efecto tendrá en la transmisión de la enfermedad y si se volverá a la tasa de contagio —la que mide a cuántas personas puede llegar a contagiar una persona que ha dado positivo— por encima del 1, y que Catalunya después de muchos esfuerzos ha conseguido este domingo bajar a 0,98.

El esfuerzo de la comunidad educativa, consta que muchas escuelas se han preparado a fondo, servirá de bien poco si no se mantiene en este retorno escolar —que es también la vuelta definitiva de toda la población residente en las grandes ciudades metropolitanas— el mínimo contagio fuera de las aulas y sobre todo con personas de riesgo, empezando por los abuelos. No es ese el único obstáculo ya que aproximadamente un tercio de los grupos de alumnos de las escuelas públicas no ha podido cumplir las ratios de 20 niños por aula, una cifra que se consideraba óptima en un año excepcional. Es normal, por tanto, la inquietud de las familias y las llamadas del colectivo médico a que los profesores pasen controles con cierta periodicidad, a ser posible semanalmente y, para mayor seguridad, antes de iniciarse el curso escolar.

Las familias leen diarios, escuchan la radio y ven la televisión y, ciertamente, no es del todo tranquilizadora la información que reciben. El aumento de los ingresos hospitalarios por el Covid-19 no es alarmante pero no deja de crecer. Este domingo, la Generalitat ha informado que 690 personas han sido atendidas en los hospitales en las últimas 24 horas, 22 más que el día anterior, y también que 123 personas se encuentran ingresadas en cuidados intensivos.

A ello hay que añadir que de una manera absolutamente irresponsable, el gobierno español no ha dado aún respuesta a qué sucederá con la baja laboral de adultos con hijos confinados por coronavirus. Alargar esta incertidumbre es casi inhumano en un momento de tanta tensión y preocupación en tantos hogares de Catalunya. Sobre todo porque falta tiempo para la vacuna y la espiral de padres y madres necesitados de prestación laboral por positivo de su hijo está absolutamente asegurada.