En diferentes bares y restaurantes de Madrid apareció hace unos días, como por arte de magia, un cartel con la imagen de la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, que decía: "Ayuso somos todos, gracias por cuidarnos". Todo eso mientras Madrid reportaba las mayores tasas de contagios por coronavirus y unos datos de letalidad realmente preocupantes. Nada de eso es suficiente para que la presidenta ajuste el toque de queda a un horario más cercano al de Catalunya, por ejemplo, y aunque lo bajó de las doce de la noche aún lo sigue manteniendo a las once.

Al amparo de proclamas como "Madrid es libertad", Ayuso ha convertido la comunidad en una zona donde lo que menos parece prevalecer son las normas sanitarias para la contención de la expansión del virus. Todos hemos podido ver este fin de semana imágenes vergonzantes de grupos de jóvenes sin mascarilla en las calles divirtiéndose como si el coronaviurs en Madrid no existiera. La capital se ha convertido en una especie de puerto franco, donde aterrizan desde diferentes puntos de Europa jóvenes a disfrutar de la noche, algo que en sus respectivos países no pueden hacer. Este sábado, el parsimonioso gobierno de Pedro Sánchez se ha decidido a pedir una PCR actualizada a los que crucen la frontera en automóvil. Una iniciativa que, como todas, llega tarde y después de la presión de las autoridades sanitarias.

Uno podría pensar que esta actitud frívola e irresponsable de Ayuso debería tener la correspondiente censura ciudadana en las urnas. Pero todo apunta que es justo lo contrario. La presidenta ha conseguido dos cosas: recuperar un sentimiento madrileño de antaño, que era prácticamente inexistente y, en el mundo de la información rápida, partidista e incompleta orillar la gestión de la pandemia y abordar las elecciones como una cosa entre ella y la izquierda, léase Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Y es ahí donde la derecha es fuerte, convirtiendo Madrid en un fortín sin complejo alguno de la derecha extrema cuando no la extrema derecha.

De ahí que las encuestas vaticinen que la suma de PP y Vox pueden alcanzar la mayoría absoluta de la asamblea regional, dejar una vez más a PSOE, Más Madrid y Podemos en la oposición y ser la tumba definitiva de Ciudadanos, hoy dirigido por Inés Arrimadas. Ayuso ha conseguido que la propaganda de los sectores económicos que le dedican a la presidenta el "gracias por cuidarnos" tapen cualquier crítica a la gestión sanitaria. Y así la salud pasa a un segundo plano. Y, lamentablemente, la vida, también.